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viernes, 11 de marzo de 2016

Lo que el viento se llevó

Por: Miguel Torres




El filme del que les voy a hablar: “Lo que el viento se llevó”, se estrenó en 1939. Se considera la película más vista en el cine norteamericano. Su éxito se debe a que, a primera vista es un melodrama muy bien logrado, con unas actuaciones que han pasado a la historia del cine, especialmente la de Vivien Leigh, interpretando a Scarlett O’Hara.

Me propongo hacer una revisión del filme desde el ángulo social. Mi motivación viene de la permanencia del racismo en los Estados Unidos, no pasa un día sin que la televisión nos muestre asesinatos y golpizas a negros por policías blancos bajo una total impunidad.

Pero ¿de dónde viene y por qué perdura esta discriminación racial?
No pretendo decir que esta película sea la causa de la perdurabilidad de este fenómeno, pero sin dudas esta obra es una mirada complaciente hacia los ideales racistas del sur durante la guerra Civil en los Estados Unidos.

La guerra civil, que destruyó al país, y donde murieron miles de jóvenes de ambos bandos, inmolándose la juventud norteamericana y fracturándose la sociedad en una guerra. Si analizamos esta guerra, vemos que tuvo motivaciones económicas, intenciones que en la película están enmascaradas en medio de los conflictos individuales de los personajes.

¿Por qué estalla la guerra? El norte, donde están las colonias originarias, desarrolló una producción industrial que llevó al dominio del acero, incluyendo la producción de armamentos como cañones. Un desarrollo basado en el trabajo asalariado. La prefiguración del gran capitalismo de los Estados Unidos.

En el sur, la acumulación del capital se produjo de otra manera, los oligarcas eran “dueños” del trabajo esclavo. Una enorme masa de trabajadores que recogían el algodón y fomentaban la riqueza del país. La clase dominante, mientras más esclavos, más poderosa, no tenía una cultura del trabajo, empleaban su tiempo en edificar grandes mansiones, hacer grandes fiestas, y cimentar una clase social con pretensiones aristocráticas.

Es en una de estas fiestas donde Scarlett O’Hara, lujosamente vestida, se encuentra con Reth Buttler (Clark Gable). Desde que se encuentran accidentalmente comienza a construirse el melodrama: él queda prendado de ella, quien se muestra orgullosa y lo ignora.

En medio de la festividad irrumpe un joven vestido aristocráticamente gritando con alegría: ¡Guerra! ¡Guerra!. Todos los jóvenes corren a inscribirse en el ejército sin preguntarse cómo y con qué cuentan para pelear. Su formación aristocrática y racista los deja completamente ciegos para ver la realidad.

Rhett Butler, personaje sin ideales, que conoce le norte, sentencia desde el primer momento: “el norte posee cañones que el sur no tiene, van a perder la guerra” Este personaje está dotado de un cinismo que curiosamente se acerca a la sicología de Scarlett, porque ambos son personajes voluntaristas y ambiciosos, las dos caras de una moneda. No es casual que después de muchas peripecias dramáticas terminen en una relación matrimonial después de la guerra. Ella, como todo el sur, estaba arruinada, y él que lucró con la guerra mediante el contrabando, era el hombre más poderoso del país.

El filme nos muestra imágenes del combate, fotografiadas a todo color, lo que le resta impacto dramático a esas escenas. No obstante, la técnica narrativa desde el punto de vista cinematográfico es esplendorosa, con secuencias inolvidables como el recorrido del Presidente Linlcon por el campo de batalla, espantado por la destrucción y la muerte y la rendición del General Lee, filmada de tal forma, que muestra un General derrotado en la guerra que preserva su orgullo.

Al final, la obra es una gran manipulación, concebida por el productor David O. Selznick, un talentoso hombre de “negocios” que tomó la obra literaria de Margaret Mitchell , una escritora furiosamente sureña, y le confió el guión al experimentado Sidney Howard, quien obtuvo un Oscar por este guión.

El productor Zelnic manejó la película de una forma inusual en Hollywood, se desentendió del trabajo artístico que pudiera aportar un director, y es así que cinco los probados directores fueron ignorados porque el control escena a escena lo tenía un Storyboard manejado por el productor.

El casting fue elaborado con malicia. Por ejemplo, el productor descartó que una actriz norteamericana interpretara a Scarlet O’ Hara y seleccionó –muy bien por cierto- a Vivian Leigth, una actriz que no nació en Estados Unidos y estaba casada con Laurence Oliver, una figura emblemática del cine inglés.

La fotografía del filme es extraordinaria. Ernest Haller ganó también un Oscar por sus imágenes. Pero el mérito está compartido en el sistema a color utilizado, la combinación de varias cámaras y un revelado especial. Todo este derroche se hizo para esta película. En la historia del cine ninguna otra se hizo así. Los gastos fueron astronómicos aun para Hollywood, pero el productor y distribuidor Zelnic, sabía lo que hacía. En los años 60 la película ya había recaudado 400 millones de dólares, y como sigue siendo una película que aún se ve constantemente, no podemos imaginar cuanta ganancia ha dejado.

La película se estrenó el 15 de diciembre de 1939 en Atlanta, lo que fuera la capital del Estado sureño. Lo que pasó alrededor del estreno confirma que esto fue una gran manipulación. En entrada la sala de cine hicieron una maqueta que con la reconstrucción de una de las grandes mansiones del sur. El gobernador del Estado de Georgia, corazón del sur, declaró feriado el día del estreno y miles de banderas confederadas adornaron este evento. Mientras, se escuchaba -interpretada por numerosas bandas- la tonada Dixieland, que formaba parte de la música del sur durante la guerra.

La premier fue un éxito a pesar de sus más de tres horas de proyección, y un público entusiasta salió del cine y al unirse con la gente de la ciudad, armaron una manifestación que impresionó al corresponsal del New York Times que no esperaba semejante reacción.

Podemos concluir que en 1939, décadas después de terminada la guerra, y de que los esclavos fueran declarados libres, quedaba un caldo de cultivo en la sociedad con heridas no cicatrizadas en su momento. Al final, nos preguntamos con inquietud, si este filme que sin dudas no es la causa de que el racismo exista en los Estados Unidos, es sólo un clásico, o es una memoria obligada que expresa las consecuencias de la guerra desde el punto de vista racial y económico, porque toda la economía basada en el trabajo esclavo desapareció, y predominó en sistema del capitalismo asalariado que deja fuera de sus mejores oportunidades a los descendientes de aquellos esclavos.