Puerto Rico necesita mucho más que una Tormenta
Por: Rosa María Fernández
Por: Rosa María Fernández
Antony, quien por vergüenza, no quiere dar la cara, a duras penas hace equilibrio en una calle de San Juan. Entre el tráfico de conductores indiferentes o pendientes al cambio de luz, el joven extiende su mano.
Fuera de sí, piden limosnas en los semáforos o duermen a cualquier hora, en una acera, parque o debajo de algún puente de San Juan.
Cuando digo que piden ayuda, significa uno o más, por cada intercepción vial. Aunque no quiera creerlo, la realidad no desaparece en un tramo corto. Más adelante encuentro a personas bien vestidas, sin problemas con las drogas, implorando de auto en auto, para resolver asuntos de salud de sus seres más indefensos.
Tal cual, para Don Rafael, regresar a Puerto Rico no es una opción. Un boricua a quien la vejez le ha llegado en Nueva York, sólo ha vuelto a enterrar a sus padres. “La vida en albergues le ha alejado de sus nietos. Hay muchas familias cuyos hijos se deprimen por estar en un albergue. Se sienten estigmatizados”, dice al periodista José Delgado.
Allá, donde no es inmoral ser indigente y es ilegal dormir en las calles, existen unas 60,000 personas en tales condiciones. De esos, “unos 25,000 son niños y muchos de ellos puertorriqueños”, afirma al diario El Nuevo Día.
Un reportaje de WBEZ 91.5 Chicago, informa que la Policía de Puerto Rico, con énfasis en los municipios de Bayamón, Juncos y Caguas, exporta a los adictos de la isla. Con la promesa de que podrían rehabilitarse, terminan deambulando en las calles estadounidenses.
Según datos provistos por la propia Policía, desde el año 2004 al 2014, se enviaron 758 drogadictos -algunos con VIH- a lugares como Carolina del Sur, Wisconsin, Nueva York Boston y Chicago.
“Me dijeron que era la Policía de Puerto Rico la que los llevaba al aeropuerto y los montaba en un avión para Chicago. Y en algunos casos, si alguno no tenía dinero para viajar, el alcalde o algún otro empleado gubernamental les ayudaba comprándole el boleto”(…) “Los llevaban a un edificio donde no habían trabajadores sociales ni doctores, compartían con otros adictos que trataban de romper vicio en frío (cold turkey), durmiendo en matress (colchones) sucios en el suelo”, menciona dicho reporte de prensa.
O sea, “De vuelta a la vida”. El Gobernador de Puerto Rico, Alejandro García Padilla, con las mejores intenciones, habla de este programa regenerador; refiere el Centro de Periodismo Investigativo. El político indica que deberían buscar allá, una ayuda adicional. “Sé que el alcalde Emanuel de Chicago y el gobernador Quinn de Illinois tienen muchos programas, muy exitosos”, dijo García Padilla el pasado mes de junio. “Que busquen ayuda. En Puerto Rico los queremos. Son nuestros hermanos”
Los de la ‘Isla de los Zombies’. Así los ha nombrado el canal National Geographic, en un episodio especial, afirmando que Puerto Rico depende del mercado negro del comercio de drogas.
El programa televisivo Drugs Inc., documenta bien el problema y revela el azote de la droga hecha a base de, anestesia de caballo. La conclusión de la investigación de esta serie -indica la Agencia Noticel- es que la isla tiene “su propio infierno privado de drogas”.
En contraste, todos los días descubro a un Puerto Rico, lleno de gente sensible. Organizaciones comunitarias, religiosas y funcionarios del gobierno, crean sus estrategias para atender a las víctimas del flagelo. Por qué no al origen del problema.
Y es que vivir con esta sensibilidad, obliga a un esfuerzo para superar el dolor, y convertirlo en amor. Los estudiantes de medicina de la Universidad de Puerto Rico en San Juan, cada lunes por la noche, se acercan a los drogadictos que viven en las calles, en las inmediaciones del distrito médico.
Ese es uno de varios proyectos, narra la periodista Adriana Cardona-Maguidad, quien ha seguido a inspirados por Iniciativa Comunitaria, una organización no lucrativa que ofrece servicios de desintoxicación y tratamientos de rehabilitación de drogadicción en la isla. Otro grupo estudiantil llamado Recinto pa’ la Calle, carga, cada semana, dos vehículos con alimentos, productos de higiene personal y ropa. Al fin y al cabo, actúan sobre una circunstancia real, para probarse que es transformable.
El domingo pasado, temprano en la mañana, un grupo de religiosos -benditos sean- preguntaban a cada caminante, dónde habían visto a un deambulante. Cargaban un desayuno para ellos.
La población sin hogar en boriquen suma 1,654 ciudadanos. Según el último Censo,112 de ellos, tienen estudios universitarios. El conteo lo realizó en 2014 la Coalición de Coalisiones, sólo en 53 de los 78 municipios.
Un país con tan hermosa herencia cultural y una infraestructura completa, entiéndase, vial, de transporte, servicios públicos, sanitarios, agua potable, energía, vivienda y educación, no debería, conceptualmente hablando, distribuir tan malamente su riqueza. Justamente porque no son “la astilla” del palo mayor. En eso, como lo logran en muchas otras cosas esenciales, no hay que parecerse a los Estados Unidos, donde sólo el 1 % de la población, resume la mayor cantidad de los recursos económicos.
Por ejemplo, estamos hablando de un país que recibió el año pasado, 16 millones de dólares del gobierno estadounidense, para hacer frente al problema de los indigentes, lo cual hace una diferencia con los “3 millones de dólares” que llegaron a comienzos del 2000, dijo al diario A Primera Hora, Ivette Pérez Toro, Asistente especial del Secretario del Departamento de Familia.
Estoy notando una relación disfuncional de pareja. Inestable, autodestructiva y marcada por el desequilibrio. Podría caracterizar al que se somete, idealiza y magnifica al otro. La dependencia emocional y económica, también cambia la perspectiva de la persona -o país- que quiere tener control de una vida autosustentable.
¿Y qué hay que hacer para recuperarse? -¿Recuperar qué? ¿Qué economía hay en este país?, se cuestiona el economista Francisco Catalá. La agricultura ha desaparecido y ya representa menos del 1%; el 90% de los activos en la manufactura son foráneos y la mayoría, farmacéuticas, que están viendo vencer sus patentes y que se pueden ir de Puerto Rico en cualquier momento. ¿Las biociencias? “Eso es más una consigna que una realidad”. El sector más grande es el comercio, y el que más empleo genera. “Pero lo que hay aquí son megatiendas y el comercio de los cascos urbanos ha desaparecido”. La baja participación de la fuerza laboral es otro problema. Sobre los hombros de un millón de personas está un país de casi 4 millones de habitantes”.
“Irse pa’ fuera” –emigrar a Estados Unidos– se ha convertido en la principal válvula de escape a la dilatada crisis económica, afirma el antropólogo Jorge Duany. “Habría que agregar la ampliación de la violencia cotidiana y la inseguridad ciudadana: en el año 2011 se rompió el récord de homicidios en la Isla (1,136), aunque afortunadamente se redujo en el 2014. Todas estas estadísticas se traducen en un severo deterioro en las condiciones de vida de la mayor parte de los habitantes de Puerto Rico”.
La Administración de Servicios de Salud (ASES) y la de Desarrollo Socioeconómico de la Familia (ADSEF), entidades que administran el plan de salud del gobierno y la tarjeta del PAN (Programa de Asistencia Nutricional, cuyos beneficiarios son principalmente, personas de 0 a 44 años), evidencian que la media de los usuarios de dichos beneficios tiene 29 años. Muchos de los cuales podrían actuar en medio de una economía informal -donde no se declaran ingresos- que los ayuda a sobrevivir.
Otros, se convierten en indigentes inducidos, a pesar ser personas jóvenes y trabajadoras, porque padecen de una condición crónica, cuyo costo de medicamento supera los ingresos, u otro mal mayor.
La emigración de la última década hacia los Estados Unidos -casi 600 000 puertorriqueños- resultó una cifra similar a la de 1940,50 y 60. Sólo los diferencia del siglo anterior, el perfil sociodemográfico, ahora son jóvenes profesionales y con educación universitaria.
La decisión comienza por la mujer, aunque el reto de vivir en una sociedad distinta, requiera de un gran sacrificio y discrimen. O aunque parir lejos de casa, sólo lo consuele el deseo de volver. No es casual que Puerto Rico figure entre los 20 lugares de Estados Unidos con menores tasas de natalidad.
Igualmente, repercute en la disminución de la población. Un total de 3,548,397 de personas habitan hoy Puerto Rico, mientras 5.1 millones puertorriqueños viven en Estados Unidos, según datos de 2014.
Si hablamos de equidad, el panorama está fuera de control. La dependencia de los “viejitos” y menores de edad, se refuerza. La matrícula estudiantil se contrae, aumenta la deserción escolar y el bajo desempeño académico. La pobreza aqueja a casi la mitad de la población. Corrupción, narcotráfico y crimen organizado. A quién conviene que esta vitrina brille así.
“El futuro no luce nada fácil, hay señales preocupantes de que una parte de la clase media puertorriqueña está en riesgo de sucumbir al empobrecimiento, como resultado del estancamiento económico, y de los altos niveles de desempleo que persisten”, observa la socióloga Marcia Rivera.
Entre los esfuerzos prospectivos está un proyecto de ley senatorial que propone otorgar incentivos contributivos a puertorriqueños que han emigrado para que regresen, residan e inviertan. La misma recibió en 2014, el endoso del Departamento de Desarrollo Económico y Comercio (DDEC) y de varias entidades privadas.
Mientras escribo, la Tormenta Erika ya está en Puerto Rico. La ley seca les aguó la fiesta a algunos. El Gobernador, hace de moderador en la tv, de todas las agencias implicadas en salvaguardar vidas y recursos. Uno de ellos advierte que 45 000 llamadas al 911, fueron bromas de niños durante la última tormenta. Tiendas y comercios ajustan sus horarios. Esto es serio y nadie habla de los deambulantes. La chica “del tiempo” dice, frente a un moderno instrumento meteorológico, que lo que vemos, es un cono de incertidumbre, en un sistema desorganizado.