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sábado, 12 de marzo de 2016

La fábrica de embustes está quebrada





La mentira tiene patas cortas, siempre se ha dicho; por mas que no pocas veces perdure por mucho tiempo.

Los gobiernos estadounidenses, sus aliados y los grandes medios de comunicación del capital transnacional, han sido una productiva fábrica de mentiras sobre Cuba. Pero, el aberrante negocio de los embustes está siendo golpeado con fuerza por los hechos.

El Departamento de Estado acaba de reconocer, esta semana, en un informe al Congreso de los Estados Unidos, que Cuba presenta la mejor situación en el Caribe en el enfrentamiento al tráfico, producción y consumo de drogas: “La presencia intensiva de la seguridad y los esfuerzos de prohibición han mantenido la oferta baja y evitado que los traficantes se establezcan”. El reporte también ponderaba que la nación caribeña dedique recursos significativos “a la prevención del tráfico y el consumo”.

Hace apenas una década, en el 2004 durante la administración Bush, un informe similar deFoggy Bottom al Capitolio, acusaba a Cuba de ser “facilitadora para el tráfico” de estupefacientes que van de América del Sur hacia Norteamérica y Europa. Todavía hay por ahí algún que otro libelo que se inventa historias de narcotráfico con participación de Cuba.

En febrero pasado, cuando se anunciaba el histórico encuentro del Papa Francisco y el Patriarca Kirill en la Habana, no pocos medios refirieron la elección de la sede por ser un territorio neutral para los dos líderes eclesiales, donde había presencia de católicos y ortodoxos y con un gobierno que mantenía relaciones tanto con el Vaticano como con la Iglesia Ortodoxa Rusa.

Vale recordar que en la declaración que firmaron Francisco y Kirill reza: “Nuestro encuentro fraterno se llevó a cabo en Cuba, en la encrucijada entre el norte y el sur, el este y el oeste. Desde esta isla, un símbolo de esperanza del Nuevo Mundo y de los dramáticos acontecimientos de la historia del siglo XX…

Sin embargo, múltiples veces, desde 1999, el Departamento de Estado en su llamado Informe sobre Libertad Religiosa en el mundo, colocó a Cuba entre los países de mayor coerción contra la libertad religiosa junto a Afganistán, Birmania, China, Corea del Norte y Viet Nam. ¿? Una acusación que cosechó no pocos titulares de prensa.

Así han pasado por la trilladora del tiempo los infundios del estado terrorista, las armas biológicas, el tráfico de personas y muchas otras más.

La verdad es testaruda; y aunque la hundan entre el estiércol de la manipulación, siempre sale a flote por su fuerza. Así lo sentenció Martí en carta a Gonzalo de Quezada: “Contra la verdad, nada dura: ni contra la Naturaleza”



PD-Hoy se cumplen 20 años de la firma por Clinton de la Ley Helms-Burton; de lo más ignominioso en la historia de las relaciones EEUU- Cuba, junto a la Enmienda Platt. Su derogación y el fin del bloqueo serán imprescindibles para una normal relación entre los dos países.

Clinton firma la Ley Helms Burton Foto AP

viernes, 11 de marzo de 2016

Lo que el viento se llevó

Por: Miguel Torres




El filme del que les voy a hablar: “Lo que el viento se llevó”, se estrenó en 1939. Se considera la película más vista en el cine norteamericano. Su éxito se debe a que, a primera vista es un melodrama muy bien logrado, con unas actuaciones que han pasado a la historia del cine, especialmente la de Vivien Leigh, interpretando a Scarlett O’Hara.

Me propongo hacer una revisión del filme desde el ángulo social. Mi motivación viene de la permanencia del racismo en los Estados Unidos, no pasa un día sin que la televisión nos muestre asesinatos y golpizas a negros por policías blancos bajo una total impunidad.

Pero ¿de dónde viene y por qué perdura esta discriminación racial?
No pretendo decir que esta película sea la causa de la perdurabilidad de este fenómeno, pero sin dudas esta obra es una mirada complaciente hacia los ideales racistas del sur durante la guerra Civil en los Estados Unidos.

La guerra civil, que destruyó al país, y donde murieron miles de jóvenes de ambos bandos, inmolándose la juventud norteamericana y fracturándose la sociedad en una guerra. Si analizamos esta guerra, vemos que tuvo motivaciones económicas, intenciones que en la película están enmascaradas en medio de los conflictos individuales de los personajes.

¿Por qué estalla la guerra? El norte, donde están las colonias originarias, desarrolló una producción industrial que llevó al dominio del acero, incluyendo la producción de armamentos como cañones. Un desarrollo basado en el trabajo asalariado. La prefiguración del gran capitalismo de los Estados Unidos.

En el sur, la acumulación del capital se produjo de otra manera, los oligarcas eran “dueños” del trabajo esclavo. Una enorme masa de trabajadores que recogían el algodón y fomentaban la riqueza del país. La clase dominante, mientras más esclavos, más poderosa, no tenía una cultura del trabajo, empleaban su tiempo en edificar grandes mansiones, hacer grandes fiestas, y cimentar una clase social con pretensiones aristocráticas.

Es en una de estas fiestas donde Scarlett O’Hara, lujosamente vestida, se encuentra con Reth Buttler (Clark Gable). Desde que se encuentran accidentalmente comienza a construirse el melodrama: él queda prendado de ella, quien se muestra orgullosa y lo ignora.

En medio de la festividad irrumpe un joven vestido aristocráticamente gritando con alegría: ¡Guerra! ¡Guerra!. Todos los jóvenes corren a inscribirse en el ejército sin preguntarse cómo y con qué cuentan para pelear. Su formación aristocrática y racista los deja completamente ciegos para ver la realidad.

Rhett Butler, personaje sin ideales, que conoce le norte, sentencia desde el primer momento: “el norte posee cañones que el sur no tiene, van a perder la guerra” Este personaje está dotado de un cinismo que curiosamente se acerca a la sicología de Scarlett, porque ambos son personajes voluntaristas y ambiciosos, las dos caras de una moneda. No es casual que después de muchas peripecias dramáticas terminen en una relación matrimonial después de la guerra. Ella, como todo el sur, estaba arruinada, y él que lucró con la guerra mediante el contrabando, era el hombre más poderoso del país.

El filme nos muestra imágenes del combate, fotografiadas a todo color, lo que le resta impacto dramático a esas escenas. No obstante, la técnica narrativa desde el punto de vista cinematográfico es esplendorosa, con secuencias inolvidables como el recorrido del Presidente Linlcon por el campo de batalla, espantado por la destrucción y la muerte y la rendición del General Lee, filmada de tal forma, que muestra un General derrotado en la guerra que preserva su orgullo.

Al final, la obra es una gran manipulación, concebida por el productor David O. Selznick, un talentoso hombre de “negocios” que tomó la obra literaria de Margaret Mitchell , una escritora furiosamente sureña, y le confió el guión al experimentado Sidney Howard, quien obtuvo un Oscar por este guión.

El productor Zelnic manejó la película de una forma inusual en Hollywood, se desentendió del trabajo artístico que pudiera aportar un director, y es así que cinco los probados directores fueron ignorados porque el control escena a escena lo tenía un Storyboard manejado por el productor.

El casting fue elaborado con malicia. Por ejemplo, el productor descartó que una actriz norteamericana interpretara a Scarlet O’ Hara y seleccionó –muy bien por cierto- a Vivian Leigth, una actriz que no nació en Estados Unidos y estaba casada con Laurence Oliver, una figura emblemática del cine inglés.

La fotografía del filme es extraordinaria. Ernest Haller ganó también un Oscar por sus imágenes. Pero el mérito está compartido en el sistema a color utilizado, la combinación de varias cámaras y un revelado especial. Todo este derroche se hizo para esta película. En la historia del cine ninguna otra se hizo así. Los gastos fueron astronómicos aun para Hollywood, pero el productor y distribuidor Zelnic, sabía lo que hacía. En los años 60 la película ya había recaudado 400 millones de dólares, y como sigue siendo una película que aún se ve constantemente, no podemos imaginar cuanta ganancia ha dejado.

La película se estrenó el 15 de diciembre de 1939 en Atlanta, lo que fuera la capital del Estado sureño. Lo que pasó alrededor del estreno confirma que esto fue una gran manipulación. En entrada la sala de cine hicieron una maqueta que con la reconstrucción de una de las grandes mansiones del sur. El gobernador del Estado de Georgia, corazón del sur, declaró feriado el día del estreno y miles de banderas confederadas adornaron este evento. Mientras, se escuchaba -interpretada por numerosas bandas- la tonada Dixieland, que formaba parte de la música del sur durante la guerra.

La premier fue un éxito a pesar de sus más de tres horas de proyección, y un público entusiasta salió del cine y al unirse con la gente de la ciudad, armaron una manifestación que impresionó al corresponsal del New York Times que no esperaba semejante reacción.

Podemos concluir que en 1939, décadas después de terminada la guerra, y de que los esclavos fueran declarados libres, quedaba un caldo de cultivo en la sociedad con heridas no cicatrizadas en su momento. Al final, nos preguntamos con inquietud, si este filme que sin dudas no es la causa de que el racismo exista en los Estados Unidos, es sólo un clásico, o es una memoria obligada que expresa las consecuencias de la guerra desde el punto de vista racial y económico, porque toda la economía basada en el trabajo esclavo desapareció, y predominó en sistema del capitalismo asalariado que deja fuera de sus mejores oportunidades a los descendientes de aquellos esclavos.

domingo, 25 de octubre de 2015

García Márquez y su su amistad con Fidel

Develan archivo personal de García Márquez; contiene detalles de su amistad con Fidel


Gabriel García Márquez (c) junto a su amigo Fidel Castro (i) y a la agente literaria española Carmen Balcells tomada en los años 80 en La Habana.

La Universidad de Texas (UT) en Austin abrió recientemente para la investigación el archivo personal del nobel colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014), comprado a la familia del escritor en 2014 por 2,2 millones de dólares.

Tras casi un año de trabajos de catalogación, la UT puso a disposición de los académicos las 78 cajas con documentos que contienen borradores manuscritos de trabajos publicados e inéditos, correspondencia, 43 álbumes de fotos, guiones para películas y cuadernos, entre otros objetos.

‘Como personaje de una de sus novelas, (García Márquez) ha entrado ahora a un lugar sin tiempo. Un archivo no tiene tiempo y, en los años venideros, los materiales aquí coleccionados ofrecerán revelaciones sobre el autor’, dijo durante la inauguración Stephen Enniss, director del Centro Harry Ransom de la UT.

Entre los objetos más valiosos del archivo están el texto mecanografiado con tinta de carbón de Cien años de soledad que el Nobel entregó a la imprenta en 1966 o cinco versiones mecanografiadas de En agosto nos vemos , su novela inédita.

Por otro lado, el archivo contiene un extenso material de la relación de García Márquez con el expresidente cubano Fidel Castro, así como correspondencia con el exmandatario estadounidense Bill Clinton, con otros escritores como Carlos Fuentes y Julio Cortázar, o con su editora, la recién fallecida Carmen Balcells.

La Universidad de Texas ha digitalizado parte del archivo, que se puede consultar a través de la página web del Centro Harry Ransom. Con motivo de la apertura del archivo, la UT acogerá del 28 al 30 de octubre un simposio en honor al nobel colombiano en el que participarán, entre otros, los escritores Salman Rushdie, Piedad Bonet y Santiago Gamboa.

También presentarán ponencias uno de los hijos del nobel, Rodrigo García, su biógrafo, Gerald Martín, y el director de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, Jaime Abello.

La compra del archivo por parte de una universidad estadounidense despertó cierto recelo en Colombia, el país natal de García Márquez, más aún porque Rodrigo, uno de los hijos del escritor, afirmó que ‘el Gobierno colombiano nunca se hizo presente ni hizo ninguna oferta’. De todas formas, Rodrigo García explicó en su momento que la familia quiso que el archivo estuviese ‘bien acompañado’, en un lugar con ‘colecciones similares’.

La Universidad de Texas es la institución educativa de EE.UU. con una mayor vocación latinoamericana y el archivo de García Márquez engrosa su colección única de fondos en la que ya figura material de clásicos como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Ernest Hemingway, Virginia Woolf o William Faulkner.

García Márquez falleció el 17 de abril de 2014 en Ciudad de México, donde residía desde hacía décadas.
Numerosas referencias a su amistad con Fidel

Por su amistad con Fidel Castro, a Gabriel García Márquez le vetaron la entrada a Estados Unidos durante años. Ahora, con la apertura del archivo personal del nobel colombiano, precisamente en Texas, quedaron al descubierto sus momentos más íntimos con el revolucionario cubano.

“De Fidel hay muchísimo”, explicó a Efe Daniela Lozano, una de las archiveras del Centro Harry Ransom de la Universidad de Texas en Austin, que durante el último año ha catalogado los manuscritos, cartas, fotografías y demás objetos del archivo que esta institución adquirió de la familia de García Márquez.

El líder cubano aparece con frecuencia en los cuatro álbumes titulados “La Habana”,con fotos de los dos en ambientes familiares.

En otro álbum, llamado “Fidel-Birán”, se documenta la visita que Fidel y García Márquez hicieron en 1996 a la pequeña localidad en la que nacieron el expresidente cubano en 1926 y el actual mandatario, Raúl Castro, cinco años después.

El líder cubano también aparece en el álbum titulado “Amigos”, junto a otras fotografías de García Márquez con Woody Allen, Carmen Balcells, Luis Buñuel, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Graham Greene, Milan Kundera o Pablo Neruda; y en el álbum “Gabo con presidentes”, departiendo con Bill Clinton o Mijail Gorbachov.

“La figura de García Márquez como amigo de Fidel es algo sobre lo que se ha escrito mucho, pero no se ha profundizado”, afirmó a Efe Gabriela Polit, profesora del Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Texas.

(Con información de EFE)

viernes, 23 de octubre de 2015

Quién lucha y quién ayuda al Terrorista del Estado Islámico

Por: Manuel E. Yepe

El Ejército sirio respaldado por la Fuerza Aérea rusa lanza ofensiva contra el Estado Islámico. (Foto: AFP.)
El Ejército sirio respaldado por la Fuerza Aérea rusa lanza ofensiva contra el Estado Islámico. (Foto: AFP.)

“Estados Unidos está perdiendo con rapidez el mínimo respeto de que gozaba en todo el mundo su política internacional. La propaganda de Estados Unidos se está volviendo cada vez más infantil. Cualquier persona racional, mínimamente informada se asombra por el volumen de declaraciones ridículas, engañosas, falaces y absurdas que constantemente emiten altos funcionarios de Washington”, según criterio del analista geopolítico Steven MacMillan, editor de la revista The Analyst Report, en un trabajo especial para la publicación digital “New Eastern Outlook” publicado el reciente 12 de octubre.
Uno de los últimos y más grotescos episodios de este fenómeno fue cuando el presidente estadounidense, Barack Obama, intentó argumentar la falacia de que los ataques aéreos rusos contra el supuesto estado islámico en Siria solo están resultando en el fortalecimiento de esta organización terrorista.
Según el presidente estadounidense, la oposición moderada en Siria será una necesidad para que pueda haber una transición política, pero la política rusa está conduciendo a este sector de la ciudadanía a la clandestinidad, creándose una situación que fortalece al Estado Islámico.


Pero la realidad es que los ataques de Rusia han debilitado seriamente al Estado Islámico y a las demás fuerzas terroristas en Siria al bombardear sus almacenes de armamento, campos de entrenamiento, centros de comandos terroristas y otros objetivos claves.
Sobre todo, por comparación de sus resultados con los de la campaña de la coalición encabezada por Estados Unidos, los ataques aéreos rusos han desenmascarado la falacia de que Estado Islámico estaba siendo golpeando efectivamente y a poner en duda las verdaderas intenciones de las acciones de los ataques de la coalición occidental liderada por Estados Unidos.
La genialidad diplomática de Rusia ya había superado a Occidente en las relación con Siria en 2013, cuando Moscú condujo al gobierno sirio a renunciar a su arsenal de armas químicas y así evitar una invasión en gran escala que preparaban las fuerzas occidentales.
Obviamente, la narrativa occidental de que hay terroristas “moderados” combatiendo en Siria en quienes se puede confiar y que se les debe armar, es una falacia total y siempre lo ha sido.
En realidad, nunca ha habido moderados en el conflicto sirio. Estados Unidos se lamenta de que Rusia bombardee a sus protegidos, que son los salafistas, la Hermandad Musulmana y el AQI (Al Qaeda en Irak) que coincidentemente son las principales fuerzas que conducen la insurgencia en Siria, según lo aseguraba en 2012 un informe de inteligencia de la DIA (Agencia de Inteligencia de la Defensa de Estados Unidos), recientemente desclasificado.
Un sólo día después que numerosos países, incluyendo a Estados Unidos, acusaran a Rusia de haber atacado a civiles en Siria, Washington debió reconocer que sus fuerzas habían cometido un crimen de guerra al bombardear un hospital en Afganistán que era operado por la ONG Médicos sin Fronteras, provocando 19 civiles (tres niños incluidos) muertos y 37 heridos.
De ahí que en los propios Estados Unidos han comenzado a aparecer voces de gran peso político en la superpotencia que están aconsejando una óptica diferente en la nueva situación.
El ex secretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger, analiza en un artículo publicado en el “Wall Street Journal” que el operativo antiterrorista ruso dirigido contra el Estado Islámico en Siria “ha acabado con el orden político en la región de Medio Oriente liderado por Washington a lo largo de 40 años. La Casa Blanca debe actuar de manera más constructiva y reconocer que la destrucción del EI es más importante que derrocar al régimen de Bashar al Assad”.
“EEUU ya ha aceptado el papel militar de Rusia y, a pesar de lo triste que esto sea para los arquitectos del sistema en 1973, la atención actual en Medio Oriente debe permanecer centrada en lo esencial y el Gobierno norteamericano a reconocer la necesidad de dialogar con otras grandes potencias”, declaró el ex canciller de Estados Unidos.
Según Kissinger, EEUU debe acabar de entender, que “la principal preocupación de Moscú consiste en evitar que el colapso del régimen de Assad pueda reproducir el caos de Libia, imponer el poder del Estado Islámico en Damasco y convertir a toda Siria en un paraíso para terroristas, que posteriormente podría extenderse a las regiones musulmanas dentro de Rusia, en el Cáucaso y en otros lugares”.
“Pero cualquiera que sea su motivación, las fuerzas rusas ya están en la región y su participación en las operaciones de combate constituye un desafío a la política norteamericana en Oriente Medio a una escala jamás vista al menos a lo largo de cuatro décadas”, aseveró.
TOMADO DE CUBADEBATE

jueves, 22 de octubre de 2015

La Crisis de los misiles de Octubre 1962 y el papel de la ONU (I)

La Batalla diplomática y política en torno a la Crisis de Octubre. El papel de la ONU (I)

Los días de la Crisis de Octubre. Foto: Archivo de Cubadebate
Los días de la Crisis de Octubre. Foto: Archivo de Cubadebate
Sin duda, la llamada Crisis de los Misiles o Crisis de Octubre es dentro de la confrontación histórica entre Cuba y los Estados Unidos, el incidente más peligroso por el que atravesaron ambos países y el mundo durante el período de la Guerra Fría. Este hecho ha sido ampliamente abordado por la historiografía cubana y extranjera. Sin embargo, en este trabajo, además de ir llevando el hilo de los acontecimientos de aquellos días cargados de tensión, abordaremos un aspecto de la crisis que fue de extraordinaria importancia y que influyó indiscutiblemente en sus derroteros: la batalla diplomática y política y el papel de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Limitada en sus posibilidades de manifestación militar a la toma de algunas medidas que dieran cierta capacidad de respuesta a los planes agresivos de Washington y mantenida al margen del proceso de negociación entre la URSS y los Estados Unidos, el papel protagónico de Cuba durante la crisis de octubre se centró en el terreno político y diplomático.
Es conocido, que para aquel tiempo, los artífices de la agresividad contra la Isla en la política norteamericana estaban deseosos de cobrarse el fiasco de Girón, por lo que ya tenían diseñado un plan –conocido como Plan Mangosta¹ – que contemplaba en su última fase la invasión a Cuba en gran escala para octubre de 1962, utilizando las fuerzas armadas de los Estados Unidos². Este peligro eminente, conocido por las autoridades de la Isla y de la URSS influyó en el paso dado por los soviéticos en mayo de 1962 de proponer la instalación de cohetes nucleares de corto y mediano alcance en Cuba, pero al parecer, los motivos más profundos del premier soviético, Nikita Jruschov, al dar ese paso tan arriesgado, estuvieron relacionados con la intención de disminuir la brecha nuclear existente entre la URSS y Estados Unidos, con amplia ventaja para esta última nación, aspecto que desconocía la máxima dirección de la Isla en aquellos momentos. El secretario de Defensa de la administración Kennedy, Robert McNamara, reveló en la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre, celebrada en Moscú en enero de 1989, que en el momento que estalla la crisis ellos poseían 5000 ovijas nucleares, mientras los soviéticos apenas contaban con 300, para una correlación aproximada de 17 a 1. En cuanto a los bombarderos B-47 y B-52, la correlación era de casi 10 a 1 favorable a los Estados Unidos. También se afirma que en 1962 el Pentágono poseía 377 cohetes estratégicos –en tierra y mar- y estaba en marcha la construcción de otros 1 000 más avanzados del tipo Minuteman, mientras que la URSS el primero de enero de ese año solo contaba con 44 cohetes intercontinentales, 373 de alcance medio y 17 de alcance intermedio³. Pero el balance estratégico favorecía también a los estadounidenses en su capacidad de realizar un primer golpe nuclear a la URRS, debido a los misiles nucleares que habían desplegado en Turquía e Italia. Sobre estos emplazamientos tan peligrosos para la URSS le señaló Jruschov a Alexander Alexeev, nombrado embajador en la Isla: “…tenemos que pagarle con la misma moneda –a los Estados Unidos-, darles a probar su propio remedio, y obligarlos a sentir en su propio cuerpo lo que significa vivir colimados por armas nucleares”4. Evidentemente se estaba refiriendo a la colocación de armas nucleares estratégicas en la isla de Cuba.
La manera en que Jruschov actuó después, al producirse la crisis, cuando sin contar con la dirección cubana negoció con Kennedy la salida de los cohetes nucleares de la Isla, y peor aún, de manera subrepticia negoció esa salida a cambio de la retirada de los misiles nucleares estadounidenses ubicados en Turquía e Italia, dejan mucho que desear sobre las verdaderas o fundamentales motivaciones que tuvo Jruschov a la hora de proponer a los cubanos la instalación de los cohetes en Cuba. ¿Qué tenían que ver los cohetes de Turquía e Italia con la defensa de Cuba? ¿Por qué no exigió se devolviera a la Mayor de las Antillas el usurpado territorio de la Base Naval de Guantánamo, se eliminara el bloqueo económico, u otros aspectos que sí se ajustaban a los intereses de la Isla?
A pesar de que en las concepciones defensivas ya elaboradas para entonces por parte de la máxima dirección cubana, los misiles nucleares no estaban comprendidos, y de la conciencia de los líderes cubanos de que su presencia en el territorio insular podía afectar el prestigio de la Revolución, se aceptó la instalación de los cohetes, a partir de que se cumplía con un principio ineludible de apoyo internacionalista con el Campo Socialista y la URSS en particular, sobre cuya amistad no existía la menor duda, porque la había demostrado muchas veces. Se trataba entonces, de que si la URSS había estado siempre dispuesta a ayudar a Cuba en los momentos más críticos, no se podían esgrimir intereses nacionales estrechos, cuando los que estaban en juego eran los intereses del Campo Socialista como un todo y por supuesto, vistos en un sentido más estratégico, los de la capacidad para defender a Cuba también.
Mucho se perdió en el terreno moral, político y diplomático cuando los soviéticos decidieron que la instalación de los cohetes nucleares en Cuba se hiciera de manera secreta, y solo hacerla pública cuando fuera un hecho consumado, al que Estados Unidos supuestamente tendría que resignarse. El líder de la Revolución Cubana defendió en todo momento que la operación se hiciera pública bajo el respaldo del derecho internacional, pues no había nada ilegal en ello. Aunque mantuvo el criterio de que los soviéticos eran los que debían tomar la decisión final, por consideración a su gran experiencia internacional y militar.5
 Fidel, Kennedy, Jruschov: Protagonistas esenciales de los sucesos de la crisis de Octubre
Fidel, Kennedy, Jruschov: Protagonistas esenciales de los sucesos de la crisis de Octubre
Coincidiendo con Fidel, en un interesante testimonio ha señalado Georgi Bolshakov, -quien fuera funcionario de prensa de la embajada soviética en Washington y que actuó en aquel momento como enlace secreto en las comunicaciones entre Kennedy y Jruschov: “(…) Los norteamericanos habían instalado ya hacía tiempo sus misiles en nuestras narices, en Turquía. No era secreto alguno. Lo sabía el mundo entero, incluida la Unión Soviética. Pero nuestro secretismo intencionado ponía trabas a la diplomacia soviética, pues cada vez que se tocaba el tema de Cuba surgía necesariamente esta interrogante: ¿hay misiles soviéticos en Cuba? El hecho de negarlo fue utilizado de la única manera: mentira. Ello prendía fácilmente en las mentes de la población norteamericana. Cundía la desconfianza hacia nuestra actitud. Quizás por esa razón, el presidente Kennedy logró, antes de la planificada invasión a Cuba, asegurarse el apoyo de la Organización de Estados Americanos y de varios países de Europa como Gran Bretaña, la RFA y Francia”.6
Muy interesante es conocer, para respaldar los sabios criterios que tenía en aquella coyuntura el Comandante en Jefe Fidel Castro, que Abram Chayes, consejero legal del Departamento de Estado durante la administración Kennedy, declaró posteriormente que su oficina, consultada sobre la legalidad de las instalaciones de los cohetes nucleares, siempre mantuvo que era legal. “En realidad –expresó- nuestro problema legal era que la acción soviética no era ilegal”. Asimismo, dos de los colaboradores más íntimos de Kennedy, Theodore Sorensen, consejero especial y McGeorge Bundy, Asistente Especial del Presidente para asuntos de Seguridad Nacional, manifestaron que si se hubiera anunciado en septiembre en las Naciones Unidas que, la Unión Soviética defendería a Cuba con proyectiles nucleares, “hubiera habido una situación totalmente diferente”(Bundy) y “ciertamente hubiera sido más difícil para nosotros” (Sorensen)7. Pero finalmente fue fácil para Kennedy presentar el asunto a la opinión pública, haciendo énfasis en lo repentino, secreto y engañoso del despliegue de los cohetes nucleares, “legitimando” con ello las acciones agresivas contra la Isla que se implementarían, así como las adulteraciones y violaciones del derecho internacional que las mismas implicaban.
Otro elemento que dio ventaja política y diplomática a la administración Kennedy fue la errada táctica soviética de responder a todos los ataques sobre el envío de armas a Cuba asegurando que éstas eran de carácter defensivo, cuando para los estadounidenses la cuestión no estaba dada en el propósito de su empleo, sino en su capacidad para alcanzar el territorio continental de los Estados Unidos. Por eso, cuando estalló la crisis Kennedy se presentó exitosamente a la opinión pública como un hombre engañado.8  Sobre este particular ha destacado Fidel: “Nosotros nos negamos a entrar en ese juego y las declaraciones públicas que hizo el gobierno y en las declaraciones en Naciones Unidas, siempre dijimos que Cuba consideraba un derecho soberano disponer del tipo de armas que considerara convenientes y nadie tenía derecho a establecer qué tipo de armas podía o no podía tener nuestro país. Nunca entramos en la negación del carácter estratégico de las armas, nunca. No estábamos de acuerdo con ese juego (…)”9.
En los preludios de la crisis la batalla diplomática y política se fue haciendo cada vez más encarnizada. Cuba condenaba en todos los foros internacionales los planes de agresión militar que se tejían desde Washington contra la Isla, mientras que los Estados Unidos presionaban cada vez más para aislar a la Revolución Cubana y presentarla como un terrible cáncer para el hemisferio, plateando que su régimen marxista-leninista era incompatible con el sistema interamericano y que Cuba era un satélite de la URSS, por lo tanto, un peligro para la seguridad nacional de los Estados Unidos y para todo el continente. Toda esta campaña diplomática del gobierno de los Estados Unidos contra la Revolución Cubana, había devenido ya desde enero de 1962 en la suspensión de Cuba de la Organización de Estados Americanos (OEA), en la VIII Reunión de Consulta de Cancilleres celebrada en Punta del Este, Uruguay.
Entre los días 20 y 21 de septiembre de 1962, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se produjo un enconado enfrentamiento diplomático entre los Estados Unidos y Cuba, esta última respaldada por la URSS, en el marco de la XVII Asamblea General. El secretario interino de la ONU, el birmano U Thant, sugirió la inclusión del llamado “caso de Cuba” en el orden del día de la reunión, pues la cuestión gravitaba demasiado sobre el panorama internacional, máxime, cuando estaba aún fresca la tinta de un comunicado soviético (11 de septiembre), reiterado posteriormente por Jrushchov, que advertía que una agresión a Cuba significaba la guerra con la URSS. A pesar de que los representantes de los Estados Unidos no eran proclives a que el tema se discutiera en la ONU, pues en su criterio este caso entraba en la jurisdicción de la OEA -donde ellos eran acusadores, fiscales, jueces y jurados-, tuvieron que ceder ante el consenso existente de que fuera tratado el tema.
El representante de los Estados Unidos, Adlai Stevenson, al hacer uso de la palabra en la sección del 20 de septiembre, lanzó todo tipo de improperios contra Cuba, describiendo a la Isla como un grave peligro para la paz de América. La réplica relampagueante del embajador cubano en la ONU, Mario García Inchaústegui, vino luego, planteando que Stevenson era el mismo que otrora había negado en las Naciones Unidas la participación yanqui en la aventura de Playa Girón, al mismo tiempo que denunciaba las agresiones de los Estados Unidos y la invasión a gran escala que se maquinaba en esos días en la Casa Blanca contra la Mayor de las Antillas:
“El presidente de la delegación norteamericana acusa a nuestro gobierno de llevar a cabo una campaña de difamación, vituperación y subversión contra sus vecinos. Estas palabras las pronuncia ante esta augusta asamblea quien desde esta misma tribuna encubrió la agresión de su gobierno contra nuestro pueblo, negando una agresión que días después confesaba el propio presidente de los Estados Unidos.(…) Ahora el presidente de la delegación norteamericana vuelve a sus andadas, y en el instante en que su gobierno, bajo una histeria general guerrerista amenaza a un pequeño, pero valeroso pueblo, viola su espacio aéreo y marítimo, infiltra grupos de sabotaje y envía a sus mercenarios a atacar nuestras costas, este señor delegado de este gobierno acusa a nuestro gobierno de ataques verbales a nuestros vecinos y de subversión”10.
Al día siguiente, también resonaron las palabras de apoyo a la posición cubana del canciller soviético Andrei Gromyko:
“Los delegados que asisten a la Asamblea General indudablemente han tenido tiempo de darse cuenta de la histeria de guerra creada en torno a Cuba, que aumenta cada día que pasa en los Estados Unidos, y de la campaña de odio contra los cubanos que se observa en los periódicos, la radio y la televisión norteamericana. Se ha llegado al extremo de publicar una lista de pretextos que podían utilizarse para una invasión a Cuba. Esta lista incluye todo lo que existe bajo el sol (…).

¿Pueden las Naciones Unidas reconciliarse con un sistema en que uno de sus miembros declara en alta voz tener el derecho de atacar a otro país que también es miembro de la organización? Y todo esto se hace porque el orden interno de ese país no está de acuerdo con la manera de pensar del Gobierno de Estados Unidos y no es de su gusto. No; estas declaraciones no pueden desatenderse. Esto equivale, verdaderamente a minar los cimientos sobre los cuales pueden descansar las Naciones Unidas”.11

Gromyko terminó su intervención advirtiendo que un ataque contra la Isla desde territorio norteamericano tendría consecuencias funestas contra la paz mundial, ratificando el comunicado soviético del 11 de septiembre de 1962.
Por otro lado, los representantes de Guatemala y Panamá, apoyaron la posición norteamericana, mostrando su servilismo a Washington. El enviado panameño llegó incluso a presentar una iniciativa a la asamblea sugiriendo la creación de un frente unido con participación de las platanocracias de Haití, Santo Domingo, Colombia y Venezuela, para “resistir la amenaza cubana”.
El 29 de septiembre, el Consejo de Ministros del Gobierno Revolucionario publicó en la prensa su respuesta a una Resolución Conjunta del Congreso de los Estados Unidos, mediante la cual se concedía al presidente Kennedy la facultad del uso de las armas contra Cuba, si esta extendía sus actividades subversivas o agresivas a cualquier parte del hemisferio y creaba una capacidad militar de apoyo externo que pusiera en peligro la seguridad de los Estados Unidos. La declaración del Gobierno Revolucionario hacía historia de todas las agresiones de los Estados Unidos contra Cuba y desmontaba los falsos ataques de subversión en el hemisferio. También enfatizaba:
“Si el Gobierno de Estados Unidos no albergara intenciones agresivas contra nuestra patria, no le interesaría la cantidad, calidad, o clase de nuestras armas.

“Si Estados Unidos fuese capaz de dar a Cuba garantías efectivas y satisfactorias con respecto a la integridad de nuestro territorio y cesara en sus actividades subversivas y contrarrevolucionarias contra nuestro pueblo, Cuba no necesitaría fortalecer su defensa, no necesitaría siquiera ejército, y todos esos recursos que ello implica los invertiríamos gustosamente en el desarrollo económico y cultural de la nación.

“Cuba ha estado siempre dispuesta a discutir con el gobierno de Estados Unidos y hacer lo que estuviese de su parte si encontrara en el gobierno de Estados Unidos una actitud recíproca para disminuir la tirantez y mejorar las relaciones”.12
Ya a inicios del mes de octubre, Dean Rusk, secretario de Estado de los Estados Unidos, quiso aprovechar el marco de la XVII Asamblea de la ONU, para realizar una reunión a puertas cerradas con sus fieles peones de América Latina con el objetivo de aumentar el cerco diplomático y económico a la Isla y preparar el terreno para una agresión directa. En ese encuentro que se realizó en Washington, Rusk presentó un memoradum de 5 puntos:
1-Revisión de las relaciones comerciales entre los países Latinoamericanos y Cuba.

2-Medidas para impedir que los buques mercantes latinoamericanos transporten armas o materiales estratégicos a Cuba.

3-Un llamamiento conjunto a los países miembros de la OTAN para que sus embarcaciones no transporten mercancías de ningún género a Cuba.
4-Intensificación de las medidas de represión en América Latina.
5-Organización de una comisión del caribe para acciones de vigilancia en torno a Cuba.

Participaron en la reunión 16 cancilleres de la región y 3 representantes de menor jerarquía oficial: los de México, Brasil y Argentina. Se planteó en el encuentro que el problema de mayor emergencia era la intromisión chino-soviética en Cuba, pues esto no era más que un ensayo dirigido a convertir a la Isla en base armada para la penetración del comunismo en América y de acción subversiva contra las instituciones democráticas del continente.
Osvaldo Dorticós Torrado
Osvaldo Dorticós Torrado
Uno de los momentos más álgidos dentro de la controversia diplomática antes del estallido de la crisis, se produjo el 8 de octubre de 1962 cuando el presidente de Cuba, Osvaldo Dorticós Torrado, subió al podio de las Naciones Unidas para acusar una vez más a los Estados Unidos por las agresiones realizadas y por los planes de invasión que se perpetraban en la Casa Blanca contra el archipiélago cubano. En esa ocasión, Dorticós también recalcó con firmeza el derecho de Cuba a armarse como lo estimase necesario para defender su territorio de las agresiones de los Estados Unidos. Reafirmando las ideas contenidas en la declaración del Consejo de Ministros del 29 de septiembre, señaló:
“…el Congreso norteamericano legitima previamente el uso de las armas, la agresión armada a nuestro país, para impedir en nuestro territorio la creación o el uso de una capacidad militar que ponga en peligro la seguridad de los Estados Unidos.

¡Cuba, poniendo en peligro la seguridad de una gran potencia! ¡Cuba, la agredida, Cuba la invadida, llena de pánico a los señores dirigentes de esta gran potencia!

Yo creo que no es necesario subrayar la fuerza de ridículo y el carácter absurdo de esta declaración, ante los señores Delegados. (…) Frente a esto ¿qué tenemos que decir? Diremos, señores delegados, ¡que Cuba sí se ha armado!; ¡tiene el derecho de armarse y defenderse! Y la pregunta que importa es esta: ¿Por qué Cuba se ha armado? Es innegable que hubiésemos querido destinar todos esos recursos humanos y materiales, todas esas energías que hemos tenido que emplear en el fortalecimiento de nuestra defensa militar, para el desarrollo de nuestra economía y de nuestra cultura.(…) ¿qué hubiese ocurrido, si no hubiésemos fortalecido nuestra defensa militar, cuando una división, armada y entrenada por el gobierno de Estados Unidos invadió nuestro país por Playa Girón? (…)Si Estados Unidos fuese capaz de dar garantías de palabras y garantías en los hechos, de no realizar agresiones contra nuestro país, declaramos aquí solemnemente, que sobrarían nuestras armas y nuestro ejército, porque queremos la paz y crear en la paz”.
“Por otra parte (…), no estamos obligados por nada a dar cuenta al Congreso norteamericano respecto a los que hacemos para defender nuestra integridad territorial. Nos armamos en la forma que creamos conveniente para defender nuestra nación, no para agredir a nadie. Y no tenemos –repito-que rendir cuentas para ello a ninguna potencia, ni algún Congreso extranjero. Seguiremos, mientras las circunstancias dramáticas lo exijan, fortaleciendo nuestra defensa militar para defendernos, y no para agredir a nadie. Si nos atacan, encontrarán la resistencia de nuestras armas, y también la resistencia de nuestro patriotismo”.13

Y dirigiéndose a la delegación estadounidense a cuyo frente estaba el embajador Stevenson, exclamó: “…en esta misma asamblea instamos al señor Presidente de la delegación de los Estados Unidos para que ofrezca aquí garantías cabales de que su gobierno no tiene el propósito de agredir a Cuba. Pero lo instamos a que ofrezca esas garantías no solo de palabra sino sobre todo con los hechos. El gobierno y el pueblo de Cuba están plenamente convencidos de que se hallan bajo la inminencia de una agresión militar del gobierno de los Estados Unidos. Las pruebas sobran. Cuando un país pequeño como el mío de 6 000 000 de habitantes, a 90 millas de los Estados Unidos, se siente realmente amenazado, no tiene por qué rechazar la ayuda espontánea que se le ofrezca, ya venga de la reina Isabel de Inglaterra, del Emperador de Japón, del presidente Kubistchek (del Brasil) o de quien quiera que venga, porque por encima de toda consideración está el derecho irrestricto a la vida que tienen los pueblos. Y nuestro país está absolutamente desamparado en el hemisferio. Esto lo digo henchido de hondo dolor, porque Cuba pertenece a América, porque Cuba es un país esencialmente americano, porque el vientre de Cuba parió a José Martí, que es el único par legítimo que tiene Simón Bolívar en nuestra América…”.14
Mientras Dorticós hablaba en Naciones Unidas, el Congreso de los Estados Unidos votaba otra ley por la cual se retiraba toda asistencia económica y militar a cualquier país que“vendiera, suministrara, o permitiera que cualquier buque con su registro comerciara con Cuba” mientras estuviera gobernada “por el régimen de Castro”.15
(Continuará…….)
Notas
1. El Plan Mangosta constituyó el programa de guerra encubierta más vasto que hasta entonces había emprendido Estados Unidos para derrocar a un gobierno extranjero.

2. Las actividades agresivas contra Cuba después del fracaso de la invasión de Playa Girón estaban comprendidas en el llamado Plan Mangosta, donde se fijó el mes de octubre de 1962 para la realización de la invasión directa, en caso de que fracasara la oleada de actividades de desestabilización que se realizarían en la Isla.

3. Véase Tomás Diez Acosta, Octubre de 1962, A un paso del Holocausto, Editora Política, La Habana, pp.93-94. (Segunda Edición)
4. Citado por Tomás Diéz Acosta, Ob.Cit, p.92.
5. Ibídem, p.100.
6. Véase Tomás Diez Acosta, Ob.Cit, pp.136-137.
7. Citado por Carlos Lechuga en: En el ojo de la Tormenta, Ocean Press, Ciudad de La Habana, 1995, pp.58-59.
8. Ibídem, p.137.
9. Citado por Tomás Diéz Acosta, Ob.Cit, p.137.
10. Los fragmentos de esta intervención fueron publicados en Bohemia, La Habana, 28 de septiembre de 1962.
11. Ibídem.
12. Véase Noticias de Hoy, 30 de septiembre de 1962, p.1.
13. Fragmentos publicados en Bohemia, La Habana, 12 de octubre de 1962.

14. Citado por Carlos Lechuga en: Ob.Cit, p.77.
15. Ibídem, p.78


Elier Ramírez Cañedo
Académico cubano. Doctor en Ciencias Históricas. Coautor del libro “De la confrontación a los intentos de normalización. La política de los Estados Unidos hacia Cuba”.





La Batalla diplomática y política en torno a la Crisis de Octubre. El papel de la ONU (II)

Por: Elier Ramírez Cañedo




Fidel en los días de la Crisis de Octubre. Foto: Archivo

Los días “luminosos y tristes”.

El 14 de octubre de 1962 un avión U-2 de los Estados Unidos, violando el espacio aéreo de Cuba obtuvo las fotografías que mostraban la presencia de cohetes nucleares de alcance medio. Al día siguiente se confirmó la existencia de los cohetes con nuevos vuelos de reconocimiento por aviones U-2 de la fuerza aérea estadounidense. El 16 de octubre de 1962, McGeorge Bundy, asistente especial del Presidente para Asuntos de Seguridad Nacional, informaba a Kennedy sobre la presencia de los misiles en Cuba.

Por aquellos días, fuerzas militares estadounidenses se concentraban en las cercanías de la Isla, bajo el pretexto de la realización de varios ejercicios y maniobras, como el Unitas III y el Sweep Clear, pero el propio lunes 15 de octubre comenzó el ejercicio Phibrilex 62, uno de los más importantes y peligrosos para el archipiélago cubano. Este se desarrollaría hasta el 30 de octubre con la participación de más de cuarenta buques, veinte mil marinos y cuarenta mil infantes de marina, e incluía la realización del asalto anfibio a la isla de Vieques, en Puerto Rico, convertida a los fines del ejercicio en la ficticia “República de Vieques”, para derrocar a un tirano imaginario, Ortsac, que es el apellido Castro deletreado al revés. No había que hacer gran esfuerzo para interpretar el objetivo de la maniobra. Cuando este ejercicio fue planificado no habían pruebas aún de la existencia de los cohetes de alcance medio en Cuba. Este ejercicio constituía un ensayo de la última fase de la Operación Mangosta, prevista para fines del mes de octubre de 1962. De cualquier forma, la maniobra sirvió a los Estados Unidos para encubrir la movilización de las tropas necesarias en la nueva situación.

Después de 6 días de análisis de la situación con un grupo asesor de alto nivel,John F. Kennedy decidió dar a conocer la presencia de los misiles en Cuba y exponer las acciones de repuesta que adoptaría el gobierno norteamericano.Durante todos esos días, después del descubrimiento de los cohetes en Cuba hasta la declaración de Kennedy, quedó en manos del gobierno de los Estados Unidos, como ha dicho Fidel, la iniciativa diplomática, política y militar.

Cuando en las horas de la mañana del 22 de octubre de 1962, se anunció que el presidente Kennedy hablaría a las siete de la tarde para dar a conocer acontecimientos extraordinarios a la población de los Estados Unidos, y al tenerse en cuenta una serie de movimientos militares que se habían detectado en La Florida y en el sur de los Estados Unidos en general, el Comandante en Jefe Fidel Castroapreció que este hecho estaba relacionado directamente con Cuba y con la presencia de los cohetes soviéticos. Dadas esas circunstancias, ordenó poner en situación de alerta a las Fuerzas Armadas Cubanas a las 3:50pm, y a las 5:35pm decretó la alarma de combate para toda la nación.
.
En su declaración, Kennedy informó que en Cuba existían bases de proyectiles ofensivos con capacidad para un ataque nuclear contra el hemisferio, que peligraban el Canal de Panamá, Washington, Cabo Cañaveral, Ciudad México y otras ciudades del sector sureste de los Estados Unidos, Centroamérica y la zona del Caribe, que además, se estaban construyendo bases adicionales que ponían en peligro ciudades del hemisferio occidental, desde puntos tan al norte como la Bahía de Hudson, en Canadá, y tan al sur como Lima, Perú, así como que bombarderos a chorro capaces de transportar armas nucleares estaban siendo desembarcados y armados en Cuba. También planteaba que Cuba constituía una amenaza a la paz y seguridad de América, en deliberado reto al Pacto de Río de Janeiro, la Resolución Conjunta del Congreso de los Estados Unidos, la Carta de las Naciones Unidas y las propias advertencias públicas del presidente Kennedy a la Unión Soviética formuladas los días 4 y 13 de septiembre.

A partir de esa situación Kennedy da a conocer las medidas tomadas por su gobierno: primero, se decretaba una cuarentena estricta contra todo equipo militar de ofensiva embarcado con destino a Cuba y que todos los buques de cualquiera clase destinado a la Isla, procedente de cualquier nación o puerto, serían obligados a regresar si se descubría que llevaban armamentos de carácter ofensivo, y que esta cuarentena se extendería si hacía falta a otras clases de cargamentos y transportes, segundo; que continuaría y se incrementaría la estricta vigilancia a Cuba y a su refuerzo militar, y que las fuerzas armadas norteamericanas estuviesen preparadas para cualquier eventualidad, tercero; que sería política de los Estados Unidos considerar a cualquier proyectil nuclear lanzado desde Cuba contra cualquier país del hemisferio occidental, como un ataque de la Unión Soviética contra los Estados Unidos, merecedor de plena respuesta de represalia contra la URSS, cuarto; que se reforzaba la base de Guantánamo y se evacuaba al personal no militar y se ponía en estado de alerta a las unidades militares adicionales, quinto; que se convocaba inmediatamente una reunión de consulta de la OEA para que estudiara esa amenaza contra la seguridad del hemisferio a tenor de los artículos 6 y 8 del tratado de Río de Janeiro, y se advertía de la situación a los aliados de los Estados Unidos en todo el mundo, sexto; que según la Carta de las Naciones Unidas se solicitaría una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad para tomar medidas contra la amenaza soviética a la paz en el mundo y que los Estados Unidos pedirían el pronto desmantelamiento y retirada de todos los armamentos de ofensiva que había en Cuba, bajo la supervisión de observadores para que la cuarentena pudiera ser levantada.


Esa misma noche, Adlai Stevenson, embajador de los Estados Unidos en las Naciones Unidas, solicitó una reunión urgente del Consejo de Seguridadpresentando un proyecto de resolución que planteaba los siguientes puntos:

a) Inmediato desmantelamiento y retirada de Cuba de todos los proyectiles dirigidos y otras armas ofensivas.
b) Autorización al Secretario General interino para enviar a Cuba un observador de las Naciones Unidas para que garantizara e informara respecto a la aplicación de esa resolución.
c) Terminación de las medidas de cuarentena dirigidas contra los embarques militares a Cuba, una vez que las Naciones Unidas hubiera certificado la aplicación del primer punto.
d) Necesidad de urgente diálogo entre los Estados Unidos y la URSS sobre las medidas tendientes a eliminar la amenaza existente para la seguridad del Hemisferio Occidental y la paz del mundo, y se informara en consecuencia al Consejo de Seguridad.

Kennedy envió además una carta personal a Jruschov mediante un canal de comunicación especial. Con esta carta comenzó la correspondencia secreta entre ambos, que se extendió durante todo el período de la crisis.

Simultáneamente, Cuba y la URSS también dirigieron al Consejo de Seguridad sus quejas sobre las acciones agresivas y violaciones del derecho internacional de los Estados Unidos, y solicitaron una reunión urgente. En la carta del gobierno cubano al Presidente del Consejo de Seguridad Nacional, se señalaba que el bloqueo naval decretado por el gobierno de los Estados Unidos constituía una acción unilateral y un acto de guerra establecido a espaldas de los organismos internacionales.16

El 23 de octubre la agencia TASS emitió una declaración del gobierno soviético, en la cual se denunciaba el serio peligro que para la paz significaba el bloqueo naval, calificándolo como un paso en el camino del desencadenamiento de la guerra termonuclear. Además señalaba en una de sus partes:

“Atropellando desvergonzadamente las normas internacionales de conducta de los estados y los principios de la Carta de la Organización de Naciones Unidas, los Estados Unidos se han adjudicado el derecho, y lo han anunciado, de atacar los barcos de otros estados en alta mar, o sea, dedicarse a la piratería.

Los círculos de poder imperialistas de los Estados Unidos intentan dictar a Cuba la política que ella debe practicar, el orden que debe establecer dentro de su casa y las armas que debe disponer para su defensa.

¿Quién ha dado derecho a los Estados Unidos a tomar para sí el papel de juez supremo de otros países y otros pueblos?
(…)
Según la Carta de la ONU, todos los países, grandes o pequeños, tienen derecho a edificar su vida según su gusto, a adoptar aquellas medidas que ellos consideren necesarias para garantizar su seguridad, dar respuesta a las fuerzas agresivas que atentan contra su libertad e independencia. El no tener en cuenta esto, significa socavar las mismas bases de la existencia de la ONU, introducir en la práctica internacional las leyes de la jungla, engendrar conflictos y guerras indefinidamente”.17

Al mismo tiempo, la cancillería soviética entregó al embajador Foy D.Kohler una copia de dicha declaración y un mensaje de Jruschov al presidente Kennedy, donde reiteraba que los armamentos en Cuba eran defensivos y calificaba las medidas proclamadas el día anterior de insólita injerencia en los asuntos internos de la Isla, así como un acto provocativo contra la Unión Soviética. También Jruschov envío una misiva a Fidel, en la cual calificaba las acciones de Estados Unidos de piratescas, pérfidas y agresivas, informando además que había dado órdenes a los militares soviéticos en la Isla de estar en completa disposición combativa. Esta carta fue interpretada por la dirección cubana como una clara voluntad de la URSS de no ceder ante las amenazas y exigencias de los Estados Unidos.18

Debate en la ONU durante la crisis de Octubre. Foto: Archivo

El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió el propio 23 de octubre para escuchar los planteamientos de los representantes de las tres naciones involucradas. El representante cubano fue invitado a participar en el debate ya que no era miembro del Consejo de Seguridad.

El primero en hacer uso de la palabra fue el representante norteamericano. Adlai Stevenson pronunció un largo discurso tratando de presentar el bloqueo como una medida de autodefensa. Acusó a Cuba por recibir armas estratégicas en su territorio y a la Unión Soviética por no hacer pública su decisión de enviarlas. Presentó un proyecto que demandaba el desmantelamiento y la retirada inmediata de las armas “ofensivas”, el envío de un cuerpo de observadores de la ONU a la Isla y la realización de negociaciones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética para eliminar la amenaza presente.

Acto seguido el representante cubano, García Incháustegui, afirmó que la Isla se había visto precisada a armarse ante las agresiones reiteradas de los norteamericanos y negó que las armas de Cuba fueran una amenaza para sus vecinos, pues eran puramente defensivas. Criticó fuertemente a los Estados Unidos por enviar sus barcos y aviones a la Isla para después recurrir a la ONU:

“… los Estados Unidos han hecho una cosa muy curiosa: Han enviado sus barcos a Cuba, han enviado también sus naves aéreas a Cuba y a sus alrededores, y después han consultado a sus aliados y a los organismos internacionales.
De ahora en adelante la guerra a la paz, la terrible guerra nuclear, dependerá de lo que al Servicio de Inteligencia de los Estados Unidos le convenga afirmar.
¡Como si los organismos internacionales y el Consejo de Seguridad no tuvieran una razón de existir!”19

Incháustegui también dejó claro los reclamos de Cuba:

“Pedimos al Consejo de Seguridad, en nombre de la Carta, en nombre de la moral internacional, en nombre de los principios del derecho, el inmediato retiro de las fuerzas agresoras de los Estados Unidos alrededor de nuestras costas y la cesación del bloqueo ilegal adoptado unilateralmente por el gobierno de Estados Unidos con desprecio absoluto de la Carta. Pedimos el inmediato retiro de todas las tropas, naves y aeronaves enviadas a nuestras costas, la cesación de las acciones provocativas en Guantánamo y de los ataques piratas organizados por agentes al servicio del gobierno de los Estados Unidos. Pedimos la cesación de todas las medidas intervencionistas del gobierno de los Estados Unidos en los asuntos internos de Cuba, y la cesación de las violaciones de nuestro espacio aéreo y marítimo”.20

Al concluir su discurso, el representante cubano sentó la posición de principio de la Isla de no dejarse inspeccionar, pues lo primero que había que hacer era inspeccionar las bases norteamericanas de donde salían las invasiones y que no se aceptaría observadores de ningún tipo en asuntos que competían a la jurisdicción interna de Cuba. Ese mismo día Incháustegui presentó a las Naciones Unidas un documento en el que se relacionaban los sabotajes, ataques piratas, atentados terroristas y demás fechorías realizadas ese año contra Cuba, ya fuera con la participación directa o indirecta del gobierno de los Estados Unidos, y solicitó que se distribuyera como un documento oficial de la Asamblea General.

Por su parte, Valerian Zorin, el representante permanente soviético y presidente además en ese momento del Consejo de Seguridad, señaló que los Estados Unidos habían realizado un acto sin precedentes en las relaciones entre países que no estaban en guerra y habían puesto en peligro la navegación de numerosos de estos, violando abiertamente las prerrogativas del Consejo de Seguridad, único que podía autorizar la realización de cualquier clase de actos coercitivos. Zorin declaró que no entraría en polémicas con Stevenson, porque la declaración de Estados Unidos no era más que una cortina de humo para distraer la atención de las violaciones flagrantes de la carta de las Naciones Unidas. Agregó que confirmaba oficialmente la declaración del gobierno de la URSS de que no había enviado ni estaba enviando armamentos ofensivos a Cuba, que las armas enviadas a Cuba estaban destinadas solamente a fines defensivos, pues la URSS poseía cohetes tan poderosos que no necesitaba buscar territorio alguno fuera de la Unión Soviética para lanzarlos. Al finalizar su intervención, pidió la condena a las acciones emprendidas por los norteamericanos, que los Estados Unidos revocaran su decisión de inspeccionar los buques de otros países en aguas internacionales, que cesara toda interferencia en los asuntos internos de Cuba, y que los tres países establecieran contactos para normalizar la situación y eliminar la amenaza de guerra.

Simultáneamente con los debates en el Consejo de Seguridad del 23 de octubre, 43 países se reunieron extraoficialmente para discutir las medidas agresivas de los Estados Unidos contra Cuba así como la crisis en las relaciones entre los Estados Unidos y la URSS, y llegaron a la conclusión de designar un comité integrado por Ghana, República Árabe Unida (RAU) y Chipre; que debía entrar en contacto con el Secretario General Interino de la ONU, U Thant, para persuadirlo en el sentido de que se hiciera una apelación, lo más auspiciosa posible, a todas las partes interesadas, con el fin de que se abstuvieran de toda acción que pudiese poner en peligro la paz. Los reunidos, todos ellos países no alineados, entre los que se encontraban representantes de cinco países latinoamericanos: Brasil, Chile, Bolivia, Venezuela y México, plantearon su deseo de que U Thant presentara su apelación a los Estados Unidos, la URSS y Cuba en la reanudación de la sesión urgente del Consejo de Seguridad que se realizaría al día siguiente. Los participantes abogaron por la idea de que U Thant desempeñara un papel mediador entre las tres partes. También propusieron que, en caso de que el Consejo de Seguridad no llegase a aprobar una resolución en ese sentido, se convocara una sesión urgente de la Asamblea General de la ONU, con el fin de buscar una solución.

Asimismo, el propio martes 23 de octubre se reunió el Órgano de Consulta de la OEA, ante la insistencia de los Estados Unidos, de discutir una resolución que respaldara el bloqueo naval a la Isla. Ese mismo día fue aprobada por 17 votos a favor, ninguno en contra y una abstención (Uruguay). La resolución exigía el desmantelamiento inmediato y la retirada de las armas con capacidad ofensiva de Cuba y recomendaba que los estados miembros, basándose en los artículos 6 y 8 del Tratado de Río de Janeiro, tomaran las medidas individuales y colectivas, incluido el uso de la fuerza armada, para evitar que Cuba pudiera continuar amenazando la paz y la seguridad del continente.

Fidel interviene en TV en medio de la crisis de octubre Octubre de 1962. foto: Archivo

En la comparecencia ante la Televisión y la Radio Nacional en la noche de ese día, Fidel refutó cada una de las imputaciones hechas contra Cuba por Kennedy el día anterior. El Primer Ministro cubano dejó claro que no tenía obligación de rendir cuentas al gobierno de los Estados Unidos y que éste no tenía derecho alguno de decidir el tipo de armas que Cuba debía o no tener. También rechazó categóricamente la pretensión estadounidense de inspeccionar el territorio cubano. Sobre como el gobierno de los Estados Unidos –a diferencia de Cuba- estaba haciendo añicos las normas más elementales del derecho internacional con sus medidas unilaterales y agresivas contra la Isla, señaló:

“Habla (Kennedy) de la Carta de las Naciones Unidas; precisamente en el momento en que van a violar la Carta de las Naciones Unidas, invocan la Carta de las Naciones Unidas, cuando nosotros no hemos cometido la menor violación de ninguno de los artículos de la Carta de las Naciones Unidas”.
(…)
Hay el hecho siguiente. La medida que toma, … es una violación inocultable por completo de la ley internacional; ningún Estado puede hacer eso, ningún estado puede parar a los barcos de otro Estado en altamar; ningún Estado puede bloquear a otro Estado. Es como si nosotros ahora mandáramos nuestros barcos, para decir: “no, Estados Unidos no puede mandar tales armas a Guatemala, ni a Venezuela”; que cualquier país pusiera sus barcos de guerra frente a otro país y bloqueara a ese país. Eso está contra toda ley internacional, y está además, contra la moral de las relaciones internacionales, contra el más elemental derecho de los pueblos.
Es decir que es, en primer lugar, una violación flagrante de la ley. Comete dos violaciones: una violación contra nuestra soberanía, por cuanto intenta bloquear nuestro país; y, en segundo lugar, comete una violación contra el derecho de todos los pueblos porque dice “cualquier barco de cualquier país puede ser registrado”. ¿Dónde? ¿En aguas norteamericanas? ¡No, en alta mar, es decir, en aguas internacionales¡ Comete una violación contra el derecho de todas las demás naciones no solo contra Cuba”.21

Al mismo tiempo, Fidel aseveró que Cuba era partidaria del desmantelamiento de todas las bases militares y de la no permanencia de tropas extranjeras en el territorio de otro país.“Si Estados Unidos –dijo- quiere el desarme, magnífico: vamos a desmantelar todas las bases que haya en todas las partes del mundo. (…) Pero con la política de desarmarnos nosotros frente a los agresores, no estamos de acuerdo”.22

Fidel además señaló que ante la nueva situación se podían dar dos alternativas, bloqueo total o agresión directa, y agregó: “Bloqueo total, lo resistiremos tomando las medidas necesarias, si se presenta el caso, podemos resistir bloqueo total (…) Si hay la otra alternativa, el ataque directo, ¡lo rechazaremos¡” 23

El Consejo de Seguridad de la ONU se reanudó el 24 de octubre a las nueve de la mañana, el mismo día en que entró en vigor el bloqueo naval impuesto por el gobierno norteamericano a Cuba. En la reunión, U Thant planteó que mediaría en el conflicto a petición de un grupo de gobiernos, por lo que envío un mensaje con textos idénticos a Kennedy y Jruschov, solicitándoles que se abstuvieran de emprender acciones que pudieran agravar la situación y propuso la suspensión voluntaria, por un período de dos a tres semanas de los envíos de armas y de la “cuarentena”, con el objetivo de que las partes se reunieran para solucionar la crisis.

De igual forma, U Thant había apelado al gobierno de Cuba, exhortándolo a buscar algún terreno de interés común, como base para una discusión, por la cual se pudiera hallar una salida negociada a la crisis. Señaló que era posible contribuir grandemente a ese fin si la construcción de las instalaciones militares soviéticas en Cuba se suspendía durante el período de negociaciones. 24

Esa noche, en cumplimiento de indicaciones del Departamento de Estado, Stevenson se dirigió a U Thant e intentó que este hiciera una apelación a Jruschov para que mantuviera los barcos soviéticos fuera del área de la “cuarentena”; el diplomático birmano debía hacer la proposición como si fuera iniciativa propia con el objetivo de evitar una confrontación que podría producirse a corto plazo. U Thant estuvo de acuerdo con enviar un mensaje con la proposición a primera hora de la mañana, y hacerlo a nombre suyo. Le plantearía la necesidad de que mantuviera sus barcos alejados para evitar una confrontación, porque pensaba que había la posibilidad de que los norteamericanos estuviesen preparados para discutir las modalidades de una negociación.

En la mañana del 25 de octubre el Secretario General interino de la ONU, U Thant, recibió las respuestas de Jruschov y Kennedy a su mensaje del día anterior. El dirigente soviético dio una respuesta positiva, y aceptó la proposición para tratar de solucionar la crisis. Por su parte, la respuesta norteamericana era ambigua y no contenía ningún compromiso concreto.

El gobierno cubano, a través de su embajador García Incháustegui, reafirmó a U Thant la actitud pacífica de Cuba, pero señaló que Washington no había aportado ninguna prueba que demostrara que la Isla era una amenaza para el hemisferio occidental y que ésta tenía todo el derecho a defenderse de la agresividad del imperialismo estadounidense.

Poco después, U Thant se dirigía de nuevo a Jruschov y Kennedy. Con el objetivo de evitar un enfrentamiento en el mar pedía al primero mantener los barcos soviéticos fuera del de la zona de intercepción. Al menos por un tiempo limitado que permitiera la realización de las conversaciones para negociar una solución a la crisis. A Kennedy le solicitaba que las fuerzas de los Estados Unidos en el Caribe evitaran un enfrentamiento con los barcos soviéticos, con el objetivo de disminuir el riesgo de cualquier incidente enojoso.

En horas de la tarde de ese día 25 de octubre se efectuó una nueva sesión del Consejo de Seguridad Nacional. El embajador soviético, Valerian Zorin, fue interrumpido en medio de su intervención por Stevenson, quien en tono inquisitivo, le pidió que dijera si en Cuba había o no armas ofensivas. Mientas Zorin se negaba a dar una respuesta directa a ese pregunta, Stevenson introdujo en la sala las ampliaciones de las fotos tomadas por los U-2, en las que se veía claramente los bombarderos y las posiciones de lanzamiento que se construían para los cohetes. El efecto fue devastador y el lance constituyó un fracaso total para la diplomacia soviética.

Ante esas claras evidencias, el representante soviético, respondió señalando que si el presidente Kennedy poseía esas pruebas desde el día 16 de octubre, como había hecho referencia en su discurso del 22 de octubre, ¿por qué no le había dicho nada sobre ese aspecto al ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética, Alexei Gromyko, en la prolongada entrevista que sostuvo con él el día 18 del propio mes? Zorin además hizo énfasis en que si el presidente Kennedy verdaderamente no tenía intenciones agresivas y quería defender la paz, ¿por qué se había callado y anunciado un bloqueo cuatro días después, colocando al mundo al borde de la guerra termonuclear? Posteriormente, Zorin mencionó la carta de Jruschov, destacando que ella se exponían claramente las intenciones de la Unión Soviética de buscar una salida negociada a la crisis, rechazando las interpretaciones que había dado Stevenson sobre la posición asumida por la URSS.25 La sesión del Consejo de Seguridad Nacional terminó con el anuncio de U Thant de que, en la mañana del siguiente día, iniciaría conversaciones con los representantes de Cuba, la Unión Soviética y Estados Unidos, para tratar de buscar una solución a la crisis y se acordó, en espera de esas negociaciones, posponer las discusiones en ese organismo. Realmente, después de esta sesión del 25, no hubo más ninguna otra reunión del Consejo de Seguridad donde se discutiera el tema de la Crisis.

El 26 de octubre U Thant recibió una carta de Jruschov comunicándole que aceptaba su proposición del día 25, por lo que en adelante los barcos soviéticos se mantendrían fuera del área de intercepción, aunque señalaba que esa situación no podría prolongarse.

Sin embargo, las horas que se vivían eran muy tensas, tanto para Cuba y la URSS, como para los Estados Unidos, y llegaron a su punto más álgido cuando el 27 de octubre fue derribado un avión U-2 de la fuerza área estadounidense por cohetes soviéticos, en el momento en que éste violaba el espacio aéreo cubano.

(Continuará….)

El U2 derribado sobre suelo cubano durante la crisis de octubre. Foto de archivo.

Notas:
16. Ibídem, p.107.
17. Bohemia, 26 de octubre de 1962.
18. Véase Tomás Diéz, Ob.Cit, pp.165-166.
19. Fragmentos en Hoy, La Habana, 24 de octubre de 1962.
20. Ibídem.
21. Bohemia, 26 de octubre de 1962.
22. Ibídem..
23. Ibídem.
24. Ibídem, p.173.
25. Ibídem, pp.175-176.



La Batalla diplomática y política en torno a la Crisis de Octubre. El papel de la ONU (III y Final)

Mira hacia el cielo, Crisis de OctubreEl 27 de octubre Jruschov envía una misiva a Kennedy en la que le propone retirar los cohetes nucleares del archipiélago cubano, si los Estados Unidos retiraban los suyos de Turquía, se comprometían a no invadir Cuba desde su territorio o de otro de sus vecinos y pactaban no inmiscuirse en los asuntos internos de la Isla.
Finalmente, el gobierno estadounidense decidió enviar una carta a Jruschov en respuesta a la recibida el día 26, pues en ella, el gobierno soviético solo ponía como condición para retirar los cohetes de Cuba: que Estados Unidos se comprometiera a no invadir la Isla y a impedir que esta acción se perpetrara desde cualquier otro país. De esta manera, Washington ignoró la misiva de Jruschov que había trasmitido Radio Moscú en la mañana del día 27, en la que hacía la propuesta relacionada con la retirada de los cohetes de Turquía. La actuación del gobierno norteamericano consistió en manifestarse como si no hubieran recibido la carta del 27 y esperar la respuesta del líder soviético antes de emprender alguna acción de lamentables consecuencias.
El contenido fundamental de la carta de Kennedy a Jruschov planteaba que la URSS debía retirar los sistemas de armamentos ofensivos de Cuba bajo la inspección de la ONU, y comprometerse, con las debidas garantías, a no introducir en lo sucesivo armamento de esta clase en Cuba. De actuar de esta manera, los Estados Unidos levantarían rápidamente el bloqueo naval y darían garantías de que Cuba no sería invadida. La esencia del mensaje consistía en que si los cohetes no eran retirados inmediatamente de la ínsula, los Estados Unidos se verían obligados a iniciar las acciones combativas a más tardar los días 29 o 30 de octubre.
El encargado de llevar el mensaje al embajador soviético en los Estados Unidos fue Robert Kennedy, hermano del presidente de los Estados Unidos. En la conversación, el embajador de la Unión Soviética insistió reiteradamente en la retirada de los cohetes estadounidenses en Turquía. Finalmente, se acordó que los cohetes norteamericanos en Turquía serían desmantelados tres y cinco meses después de la retirada de los cohetes soviéticos de Cuba, y que ese acuerdo se mantuviera en estricto secreto y no se incluyera en el texto oficial sobre el cese de la crisis.
El 28 de octubre se trasmitió la carta de repuesta de Jrushchov a Kennedy por Radio Moscú. De nuevo el gobierno soviético cometía un error durante la crisis: el texto ya se estaba haciendo público y no había sido concertado con el gobierno cubano. El contenido fundamental de la carta era el siguiente: “Veo con respeto y confianza la declaración, expuesta en su mensaje del 27 de octubre de 1962, de que no se cometerá un ataque contra Cuba, de que no habrá invasión (…) Entonces los motivos que nos impulsaron a prestar ayuda de ese carácter a Cuba desaparecen. Por eso hemos dado instrucciones a nuestros oficiales (…) de adoptar las medidas correspondientes para que cese la construcción de los mencionados objetivos, para su desmontaje y devolución a la Unión Soviética”.
Esta noticia fue recibida con júbilo en Washington, sin embargo, la dirigencia cubana manifestó su inconformidad, pues la garantía de la palabra del presidente norteamericano tenía muy poco valor, como había demostrado la historia de los últimos años. Por eso, en la tarde de aquel domingo el Comandante en Jefe, Fidel Castro, planteó sus conocidos “Cinco Puntos”, y manifestó que no existirían las garantías de que hablaba Kennedy, si, además de la eliminación del bloqueo naval que prometía, no se adoptaban las medidas siguientes:
1-Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presiones comerciales y económicas que ejercen los Estados Unidos en todas las partes del mundo contra Cuba.
2-Cese de todas las actividades subversivas, lanzamientos y desembarcos de armas y explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, infiltración de espías y sabotajes, acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de los Estados Unidos y de algunos países cómplices.
3-Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases existentes en los Estados Unidos y en Puerto Rico.
4-Cese de todas las violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos.
5-Retirada de la base naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por los Estados Unidos.
Fidel en la Crisis de Octubre. Foto: Ernesto Fernández
Fidel en la Crisis de Octubre. Foto: Ernesto Fernández

Las negociaciones.

El lunes 29 de octubre, en Naciones Unidas, la delegación soviética anunció la designación del viceministro de Relaciones Exteriores, Vasilievich Kuznetzov, para encabezar las negociaciones con los Estados Unidos. Por la parte estadounidense participarían Adlai Stevenson y John McCloy, y por Cuba, Carlos Lechuga. Otra noticia dada a conocer ese día fue la aceptación de U Thant a la invitación del Gobierno Revolucionario para que visitara la Isla. Partiría hacia La Habana el martes 30.
En sus conversaciones con la alta dirección del país, quedaron delineadas las posturas firmes de Cuba en cuanto al necesario cumplimiento de los cinco puntos decretados por Fidel. Se planteó que no se permitiría ninguna inspección de control en territorio cubano con pretensiones de verificar la verdadera retirada de los cohetes, pues Cuba no había violado ninguna ley internacional, y que en cambio, los Estados Unidos si lo habían hecho y nadie controlaría el cumplimiento de su palabra de no invadir a Cuba. Al respecto expresó Fidel a U Thant, en la primera entrevista sostenida en la tarde del día 30 de octubre:
“Precisamente nosotros no comprendemos por qué se nos pide eso, porque nosotros no hemos violado ningún derecho, no hemos llevado a cabo agresión absolutamente contra nadie; todos nuestros actos han estado basados en el Derecho Internacional, no hemos hecho absolutamente nada fuera de las normas del Derecho Internacional. En cambio, nosotros hemos sido víctimas, en primer lugar, de un bloqueo, que es un acto ilegal, en segundo lugar, la pretensión de determinar desde otro país qué tenemos nosotros derecho a hacer o no hacer dentro de nuestras fronteras.
“Nosotros entendemos que Cuba es un Estado soberano ni más ni menos que cualquier otro de los Estados miembros de las Naciones Unidas, y con todos los atributos que son inherentes a cualquiera de esos estados.
“Además, los Estados Unidos han estado violando reiteradamente nuestro espacio aéreo sin ningún derecho, cometiendo un acto de agresión intolerable contra nuestro país. Han pretendido justificarlo con un acuerdo de la OEA, pero ese acuerdo no tiene para nosotros ninguna validez. Nosotros fuimos, incluso, expulsados de la OEA.
“Nosotros podemos aceptar cualquier cosa que se ajuste al derecho, que no implique merma en nuestra condición de Estado soberano. Los derechos violados por Estados Unidos no han sido restablecidos, y por medio de la fuerza no aceptamos ninguna imposición.
“Entiendo que esto de la inspección es un intento más de humillar a nuestro país. Por lo tanto, no lo aceptamos”.
Mas avanzada la conversación diría el Comandante en Jefe: “…resulta realmente difícil comprender cómo se puede hablar de soluciones inmediatas, independientemente de soluciones futuras, cuando lo que más interesa no es pagar ahora cualquier precio por la paz, sino garantizar la paz de manera definitiva, y no estar pagando todos los días el precio de una paz efímera”
U Thant coincidió con Fidel respecto a la ilegalidad del bloqueo: “Mis colegas y yo opinamos, y así se lo hice saber a Estados Unidos, que el bloqueo era ilegal; que ningún Estado puede admitir un bloqueo no ya solo militar, ni siquiera económico. Eso es usar la imposición de la fuerza de una gran potencia contra un país pequeño. También les dije que era ilegal e inadmisible el reconocimiento aéreo que se estaba haciendo sobre Cuba”. El secretario general interino de la ONU también destacó en la reunión que él estaba buscando una solución a largo plazo del problema, no solo inmediata, porque consideraba que ambas cuestiones estaban unidas.
El 1ro de noviembre Fidel ofreció una comparecencia ante las cámaras y micrófonos de la televisión nacional para informar sobre los resultados de las conversaciones con U Thant. El primer ministro cubano reconoció de forma positiva la labor desempeñada por U Thant, señalando que se trataba de una persona honesta, imparcial, competente, que tenía verdaderos deseos de luchar por encontrar soluciones a los problemas surgidos y había inspirado confianza en la dirección cubana. “Indiscutiblemente –agregó Fidel- que es de interés de que las Naciones Unidas constituyan una institución de garantía para los derechos de los pueblos, sobre todo para los derechos de los pueblos pequeños; y en este momento nos parece que las Naciones Unidas están desempeñando bien ese papel”.
Sin duda, las posiciones y planteamientos de U Thant en torno a la crisis de octubre y las valoraciones positivas que sobre su persona dio la máxima dirección de Cuba, influyeron en que el gobierno de los Estados Unidos evitara luego una discusión amplia en Naciones Unidas sobre la crisis y la participación directa de U Thant en las negociaciones. Poco a poco Washington fue sacando el tema del marco de las Naciones Unidas.
Desde el 31 de octubre, de acuerdo con el compromiso contraído por la URSS, se había iniciado la retirada de los cohetes de alcance medio, sin ningún tipo de obstáculo por parte de Cuba. La actitud cubana y soviética contrastaba con la asumida por Estados Unidos, que mantenía el bloqueo y aumentaba los vuelos rasantes. Por si fuera poco, incorporaba nuevas exigencias para el cese de sus acciones agresivas y se negaba a entrar en negociaciones directas con los cubanos. Las conversaciones se llevaban a cabo entre soviéticos y norteamericanos por una parte; soviéticos y cubanos por otro lado y todos los factores con U Thant.
P-2H_Neptune_over_Soviet_ship_Oct_1962 Crisis de OctubreDesde el regreso de U Thant a New York, los negociadores soviéticos y cubanos venían confeccionando un proyecto de Protocolo Tripartito para ser sometido al Consejo de Seguridad Nacional por los tres países. En el proyecto quedaban recogidos los intereses de Cuba que habían sido planteados por Fidel en los Cinco Puntos. Además planteaba en su capítulo IV, artículo 12: “Las partes contratantes acuerdan aceptar el plan sobre la presencia de la ONU en la zona del mar Caribe, por medio del establecimiento de puestos de observación por los representantes de ese organismo con el objeto de lograr el cumplimiento de los objetivos del presente acuerdo”.Cuba estuvo de acuerdo con este artículo, pues no se trataba de que se hiciese una verificación solamente en su territorio, sino también en el territorio de otros países de la región, pero los Estados Unidos rechazaron la proposición.
El martes 6 de noviembre, el gobierno de los Estados Unidos, convencido de que se habían desmantelado los cohetes y después de aceptar la propuesta de la URSS de verificación en alta mar de los buques que los transportaban, solicitó oficialmente como solución de la crisis una nueva exigencia, la retirada de los IL-28, convertidos de pronto en armas “ofensivas”. El bloqueo naval y las violaciones al espacio aéreo cubano continuarían todavía por varios días, al tiempo que Kennedy amenazaba con tomar nuevas medidas agresivas a partir del 20 de noviembre. Precisamente ese día los soviéticos terminaron cediendo, cuando llegó a la Casa Blanca un mensaje de Jruschov, en el cual se anunciaba que los IL-28 serían retirados en un plazo de 30 días. El presidente estadounidense inmediatamente realizó una conferencia de prensa donde declaró que se habían reducido significativamente los peligros con la decisión soviética de retirar las “armas ofensivas” y que habría paz en el Caribe si esas armas se mantenían fuera del hemisferio y si no se usaba a Cuba para exportar los propósitos agresivos del comunismo. Minutos después de la conferencia, el secretario de Defensa, Robert McNamara, anunció que había ordenado a la marina de guerra el cese del bloqueo, comenzado el 24 de octubre. También el 20 de noviembre, la URSS y los demás países socialistas miembros del tratado de Varsovia declararon el paso de sus fuerzas armadas a condiciones normales. En Cuba, dos días después, se tomaron medidas similares.
En la tarde del 25 de noviembre, la Dirección Nacional de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) y el Consejo de Ministros de la República de Cuba se reunieron, en sesión conjunta, para tratar los problemas referentes a la solución de la crisis y discutir la respuesta a las palabras del presidente Kennedy del martes 20. Allí se acordó hacer pública una declaración para dar a conocer al pueblo y al mundo la posición del partido y el gobierno cubanos de condena a la violación flagrante del derecho internacional por parte del gobierno de los Estados Unidos. Por su importancia en el marco de la cruenta batalla diplomática y política que libró Cuba en aquellos días, citamos algunos de sus párrafos:
“Las declaraciones del Presidente de los Estados Unidos contienen gérmenes de una política provocadora y agresiva contra nuestro país que debe ser denunciada (…) La posición de fuerza asumida por el gobierno de los Estados Unidos es totalmente contraria a las normas jurídicas internacionales. Encima de los atropellos cometidos contra Cuba y que pusieron al mundo al borde la guerra, evitada en virtud de acuerdos que suponían el compromiso por parte de los Estados Unidos de cancelar su política agresiva y delictiva contra Cuba, se niegan siquiera a dar la seguridad de que no violará, una vez más, la Carta de las Naciones Unidas y la Ley Internacional invadiendo la República de Cuba bajo el pretexto de que nuestro país no ha accedido a la inspección internacional.
“La pretensión del presidente Kennedy carece de fundamento, es un simple pretexto para incumplir su parte del compromiso e insistir en su política de agresión contra Cuba. Como si esto fuera poco, si se permitiera una inspección que diera todas las garantías que se le ocurriera exigir al gobierno de los Estados Unidos, la paz del Caribe está supeditada a: “si no se usa a Cuba para exportar los propósitos agresivos del comunismo”. Vale decir que cualquier esfuerzo de los pueblos de América Latina por librarse del yugo imperialista podría servir de pretexto al gobierno de los Estados Unidos para acusar a Cuba, romper la paz y atacar a nuestro país. Garantías más endebles difícilmente se podría concebir.
“-A esto debe agregarse un hecho más que habla de la política guerrerista y prepotente del gobierno de los Estados Unidos. En su última declaración el presidente Kennedy ha reafirmado tácitamente el derecho a sobrevolar el territorio de Cuba por aviones espías que lo fotografían de una punta a otra. También esto constituye una grosera violación del Derecho Internacional.
“-La única garantía efectiva que existe para mantener la legalidad internacional y garantizar que se cumplan las normas del derecho es el acatamiento de todas las naciones a las normas establecidas. En este momento de confrontación aguda de dos concepciones de la sociedad, los Estados Unidos se han atribuido el derecho de romper las normas internacionales vigentes y establecer nuevas fórmulas a su arbitrio. Entendemos que, en el momentos en que se crea una peligrosa situación de esta índole y un país decide, por sí y ante sí, como ha de aplicar el derecho en sus relaciones con otros países del mundo, no queda otra alternativa que resistir firmemente a sus pretensiones (…). Cuba se verá en la necesidad de defenderse por todos los medios. Se reserva el derecho de adquirir armas de cualquier tipo para su defensa y dará los pasos que estime pertinentes para el fortalecimiento de sus seguridad frente a esa amenaza declarada. Es por eso que después de conocerse la declaración del presidente Kennedy puede afirmarse que se evitó un conflicto armado, pero no se ha logrado la paz.
“-El gobierno de los Estados Unidos reclama que las Naciones Unidas verifiquen en nuestro territorio la retirada de las armas estratégicas. Cuba reclama que las Naciones Unidas verifiquen en el territorio de los Estados Unidos, Puerto Rico y demás sitios donde se preparan agresiones contra Cuba, el desmantelamiento de los campos de entrenamiento de mercenarios, espías, saboteadores y terroristas; de los centros donde se prepara la subversión y las bases de donde parten los barcos piratas contra nuestras costas.
“Y no solo eso, sino que se establezcan medidas de control efectivo para que estos actos no se repitan en el futuro, como parte de las garantías que Cuba reclama.
“Si los Estados Unidos y sus cómplices de agresión contra Cuba no aceptan esta inspección en sus territorios por las Naciones Unidas, Cuba no aceptará por ningún concepto la inspección en el suyo.
“-Solo mediante recíprocas concesiones y garantías podrá lograrse un acuerdo amplio, digno y aceptable para todos. Si ese acuerdo se logra, Cuba no tendrá necesidad de armas estratégicas para su defensa, el personal técnico-militar foráneo para la instrucción de las fuerzas armadas sería reducido al mínimo y se crearían las condiciones necesarias para el desarrollo normal de nuestras relaciones con todos los países de este hemisferio…
“-No creemos en simples promesas de no agresión; necesitamos hechos. Estos hechos están contenidos en nuestros cinco puntos. En las palabras del presidente Kennedy tenemos poca fe, como poco es el temor que nos infunden sus veladas amenazas”.
asamblea de la ONUEl 26 de noviembre Carlos Lechuga, embajador cubano en Naciones Unidas, visitó a U Thant para expresarle que era muy importante que la ONU no perdiera el control del proceso de negociaciones, pues ya a esas alturas los representantes soviéticos y norteamericanos se reunían sin consultar a U Thant, a quien solo se le informaba después de los acuerdos tomados. Era evidente que el gobierno de los Estados Unidos trataba de esquivar un debate en el Consejo de Seguridad donde saldrían a relucir todos sus actos agresivos contra la Isla y violaciones del derecho internacional y de la Carta de la ONU. Además era de conocimiento público que U Thant, quien debía rendir cuentas de las gestiones que como mediador le confió el consejo, había manifestado en La Habana que los dos temas, el de la solución a corto plazo y el de la normalización de las relaciones internacionales en la zona del Caribe, estaban vinculados, por lo que las acciones subversivas y bélicas contra Cuba y el bloqueo económico, también serían objeto de análisis, como aspectos esenciales de la solución de la crisis a la largo plazo. Por supuesto, Estados Unidos evitó en todo momento verse en una posición tan incómoda en Naciones Unidas, mucho menos a entrar en un debate con los cubanos. Incluso, en uno de los documentos desclasificados en los Estados Unidos que contiene las sugerencias que McCloy hizo a Kennedy antes de que éste último se reuniera el 29 de noviembre con el Viceprimer Ministro de la URSS, Anastas Mikoyan, se recomendó al Presidente de los Estados Unidos que le expresara al dirigente soviético que si la URSS mantenía la intención de incorporar a los cubanos en la discusión de los arreglos finales, se examinaría la alternativa de interrumpir unilateralmente las negociaciones.
El 28 de noviembre el gobierno revolucionario cubano cursó instrucciones a su embajador en la ONU, Carlos Lechuga, previendo una posible discusión en el Consejo de Seguridad de los proyectos independientes de declaración de Estados Unidos y la URSS. Se le orientaba que debía ajustar su conducta al criterio del gobierno cubano expuesto en la Declaración Conjunta del Consejo de Ministros y de la Dirección Nacional de las ORI, firmada por el Primer Ministro Fidel Castro y el Presidente Osvaldo Dorticós, el 25 de noviembre. También que, en caso de no arribarse a un acuerdo conforme a los puntos de vista de Cuba –que era lo más probable-, declarara que no existían garantías para Cuba y fuese agresivo contra la posición norteamericana, denunciando ante la ONU las consecuencias de esa posición (derecho a invadir que se atribuía, derecho a continuar con medidas de presión económica y de guerra paramilitar), llamando la atención al Consejo de Seguridad Nacional sobre el descaro de entrar a discutir el derecho a la invasión, lo cual pugnaba con los principios de la Carta de la ONU.
“Ser enérgico en la intervención –se enfatizaba en las instrucciones- , y anunciar al mundo que no se ha logrado la paz en el Caribe, y que solo se ha evitado, por ahora, la guerra.
El compañero Lechuga debe saber que la posición de Cuba ha agotado todas las posibilidades de flexibilidad, y en lo adelante, no da un solo paso atrás en esa posición, que claramente aparece en la Declaración Conjunta de la Dirección Nacional de las ORI y del Consejo de Ministros, que se adjunta”.
Al día siguiente, Lechuga volvió a recibir instrucciones desde La Habana, en ellas se le indicaba que si bien estaba excluida una declaración tripartita, tampoco Cuba estaba de acuerdo con el proyecto de declaración de los soviéticos y que la única alternativa era una declaración independiente, con la que al menos Estados Unidos quedaría desenmascarado ante el Consejo de Seguridad Nacional.
El 3 de diciembre, la oficina del Ministro de Relaciones Exteriores, Raúl Roa, envió a Lechuga un mensaje cifrado que era una versión de un memorando enviado por Dorticós a Roa, en el que se subrayaba que Cuba haría una sola declaración de acuerdo con las instrucciones enviadas y que era “imposible ocultar en el Consejo de Seguridad las discrepancias entre la URSS y Cuba”, aunque no había que destacarlas expresamente, pero si fijar la posición cubana de que la promesa de no invasión, sin las garantías mínimas contenidas en el proyecto de Protocolo, no constituían una seguridad para la Isla.
Las observaciones que nuestro gobierno le hizo a los proyectos de Declaración de los Estados Unidos y la URSS fueron:
1. No se aceptaba como acuerdo válido ninguno que no incluyera los Cinco Puntos, del 28 de octubre, tal y como aparecía en el proyecto de Protocolo Tripartito, pues la simple promesa de no invasión no era garantía alguna, ya que dejaba libre las manos a los Estados Unidos para proseguir con sus actos de presión, bloqueo económico y acciones subversivas paramilitares contra Cuba.
2. Se coincidía con la URSS al oponerse decididamente a permitir la nueva exigencia de los Estados Unidos sobre el supuesto retiro del “sistema de armas aptas para uso con fines ofensivos”, ya que además por su generalidad implicaba armas convencionales.
3. Se consideraba que toda insistencia de los Estados Unidos sobre futuros medios de inspección solo significaba un intento de humillar a Cuba y afectar su soberanía, puesto que ya se habían retirado todas las armas comprometidas entre Kennedy y Kruschov, extendiéndose incluso a los IL-28, y esto había sido verificado en alta mar, como se había acordado entre ambas partes. Además se destacó que para Cuba, toda oferta de no invasión con carácter condicional era ineficaz, pues invadir no era un derecho de los Estados Unidos, sino un delito internacional.
4. Se enfatizó en que no se daría un solo paso atrás en no aceptar verificación sobre la base de la promesa de no invasión. Tampoco se aceptaría ningún tipo de inspección unilateral, solo inspección múltiple que incluyera el territorio de los Estados Unidos.
5. Se rechazó la declaración de los Estados Unidos de reservarse el derecho de hacer uso de otros medios de inspección y control, al constituir ello una vulneración de la soberanía de Cuba.
6. No aceptación como materia de discusión la sola oferta de no invasión, pues la materia de discusión debían ser los Cinco Puntos y lo demás consignado en el proyecto de Protocolo.
Una de las discrepancias fundamentales de Cuba con el proyecto de Declaración de la URSS estuvo en la afirmación de que, en todo, el gobierno de la URSS actuaba de acuerdo con el de la República de Cuba, lo cual no era cierto. Además, Cuba discrepaba con la declaración soviética cuando ésta consideraba como compromisos, algunos asuntos a los que nunca los norteamericanos se comprometieron, tales como el respeto a la soberanía de la República de Cuba y la inviolabilidad de sus fronteras, así como la no interferencia en sus asuntos internos. En realidad Kennedy no se comprometió oficialmente a nada. Todo quedó en palabras y letras de correspondencia. Estados Unidos nunca se comprometió a dejar de seguir agrediendo a Cuba de las más disímiles maneras, sino a no invadirla. Cumplió con su compromiso de retirar los cohetes Júpiter de Turquía e Italia, pues sabía que de todas maneras serían retirados a corto plazo por su carácter obsoleto.
En cuanto al proyecto de resolución presentado por la parte norteamericana saltaba a la vista su insistencia en la comprobación por parte de la ONU del retiro de los cohetes y bombarderos bajo la definición general de “sistemas de armas apta para fines ofensivos”; así como el condicionamiento de la no invasión a Cuba al criterio ambiguo y fácilmente manipulable de que Cuba no emprendería acción que amenazara la paz y seguridad del Hemisferio Occidental, cual había sido la supuesta justificación de las agresiones de Estados Unidos contra Cuba.
Finalmente, la crisis se liquidó de manera formal con dos cartas a U Thant, una muy breve firmada conjuntamente por Adlai Stevenson y V. Kuznetsov y otra más extensa del gobierno revolucionario cubano. Ambas con fecha 7 de enero de 1963. Estados Unidos había logrado imposibilitar un amplio debate en las Naciones Unidas. Como en juicio docto señaló Carlos Lechuga: “Esto también es un hecho que dejó en cierta forma desamparada a Cuba, pues le impidió exponer sus criterios en el seno de la comunidad internacional, en la ONU, que supuestamente estaba actuando de mediadora en el conflicto, y se cerró el camino para continuar la discusión sobre uno de los aspectos fundamentales de la crisis que era lo que se dio en llamar la solución a largo plazo, la búsqueda de una fórmula que diera fin a la política agresiva de los Estados Unidos contra ella, raíz de todo el conflicto”.
Nada más entregadas las cartas a U Thant para que éste las trasladara al Presidente del Consejo de Seguridad de la ONU, se reanudaron inmediatamente los planes subversivos de los Estados Unidos contra la Isla

A modo de conclusión.

A modo de conclusión podría decirse que la ONU desempeñó un papel importante durante la crisis de octubre, incluso desde antes de su estallido, en tanto se convirtió en escenario de enconada batalla diplomática de Cuba y la URSS frente a los Estados Unidos. También hay que destacar la labor que realizó U Thant, Secretario General Interino de la ONU, en función de lograr una solución definitiva a la crisis. Sin embargo, los Estados Unidos actuaron siempre desde posiciones de fuerza y violaron impunemente la Carta de las Naciones Unidas, práctica que han seguido desempeñando hasta la actualidad. Las Naciones Unidas no tomaron ante estas violaciones medidas de sanción con los Estados Unidos, demostrando que los principios básicos bajo los que se creó esta organización habían quedado en letra muerta desde fecha temprana, producto de la irracionalidad y el irrespeto del imperialismo norteamericano hacia las normas más elementales de comportamiento en las relaciones internacionales, pretendiendo siempre actuar a su libre albedrío y como gendarme del mundo. Cuba denunció en todo momento esta conducta inadmisible para las Naciones Unidas y mantuvo una posición digna y firme ante la defensa de su soberanía. La posición valiente e intransigente de la dirección cubana al negarse a cualquier tipo de inspección del territorio cubano, al platear los Cinco Puntos e impedir en todo momento que se le presionara, fue lo que salvó el prestigio moral y político de la Revolución en aquella coyuntura. Esto fue así, a pesar de que la URSS tomó decisiones inconsultas con la parte cubana que trajeron como consecuencia que la Isla fuese la más desfavorecida con la solución que se le dio a la crisis.