sábado, 31 de julio de 2021

Gracias al padre amado, al Dios grande y misericordioso

Hola buenos días hermanos, amigos y familiares.


Hoy en este día glorioso 27 de noviembre del 2020
damos gracias al padre amado, al Dios grande y misericordioso
por devolvernos a la vida sano y salvo. 
Gracias por igual a los amigos y familiares que nos apoyaron espiritualmente con sus oraciones y solidaridad en el momento más crítico de mi existencia. 
Hace un tiempecito atrás sentí síntomas gripales. Lo considere algo sin importancia. Para mala suerte, mi sistema inmunológico fue vulnerado por el maligno e inoportuno virus COVID-19. No tuvo complacencia, nos dio en la madre. Por tres semanas consecutivas no dio tregua. No nos dio ni un segundo de sosiego, nos arrinconó, nos aisló y sufrimos mucho por los ausentes... en algún momento, a mi pesar, pensé que había llegado la hora de emprender el camino del que nunca se regresa. 

Hoy damos gracias a Dios por darnos de nuevo la salud y con ello la tranquilidad y la paz a mi alma.

Vuelven las lecturas, los apetitos de los platos favoritos, volver a los compromisos. Es hora de empezar de nuevo y ver la vida con más sentido de humanidad. Hoy después de la tormenta, me llegan a la memoria dos textos de dos grandes poetas universales de la lengua española: Mario Benedeti y Antonio Machado. Uno es de Benedeti , después de la tormenta y el otro de Machado, caminante.

Nunca perseguí la gloria.
Caminante, son tus huellas
El camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
Se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
Y al volver la vista atrás
Se ve la senda que nunca
Se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
Sino estelas en la mar...
Hace algún tiempo en ese lugar
Donde hoy los bosques se visten de espinos
Se oyó la voz de un poeta gritar:
(Caminante no hay camino,
Se hace camino al


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