domingo, 13 de marzo de 2016

LEONEL, Liderazgo y Poder: Cómo Ser Líderes Del Siglo XXI.





El liderazgo tiene que ver con poder y autoridad. El poder va más allá de lo simbólico, místico y ceremonial. Es más bien una relación social entre quienes dirigen y quienes obedecen. Hay dos categorías de liderazgo, los que tienen autoridad y poder; y los que tienen influencia. Por eso, hay personas que por el nivel de influencia en la sociedad, aún sin autoridad o poder son consideradas líderes. Para ser un verdadero líder, se requiere primero ser un verdadero discípulo. El líder, a través de la palabra, motiva, inspira y emociona sobre la base de valores y principios; Él acude a la sociedad y la sociedad acude a él en búsqueda de seguridad y claridad en caso de incertidumbre y amenaza.









EL LEGADO DE SALOMÉ


                        El instituto de señoritas 119 años después




Educación. Los alumnos se sienten privilegiados al recibir docencia en el Centro de Excelencia Salomé Ureña. Dicen que los maestros son sus ejemplos a seguir, porque

cada uno de ellos es experto en su área y los ayudan a ser mejores personas.






Carmen Guzmán
carmen.guzman@listinGdiario.com
Santo Domingo


Al evocar el nombre de Salomé Ureña, las palabras poema, educación, patria e instituto de señoritas salen a relucir.

Eugenio María de Hostos se refirió a ella como “mujer buena, inteligente, culta, apasionada de la patria, que pudo sentir tanto, pensar tanto, hacer tanto”.

Fue una activa luchadora por la educación de la mujer. Su muerte a destiempo, en 1897 a causa de una tuberculosis provocó la tristeza de sus amigos y familiares. El reconocido escritor y poeta dominicano, Manuel de Jesús Galván, al ver el cuerpo sin vida de quien fuera tan admirada, expresó: “Ese espíritu, que animó a la ilustre poetisa dominicana, está hoy más vivo que ayer”.

Como su amigo Galván, otras amistades cercanas de la fundadora del Instituto de Señoritas expresaron su pesar frente a su cuerpo sin vida.

En una carta dirigida a Francisco Henríquez y Carvajal, Eugenio María de Hostos resaltó que “la patria no tuvo un corazón más devoto”, ya que la poetisa Salomé Ureña se dedicó en cuerpo y alma a sembrar las bases de la educación de la mujer dominicana.

Esta memorable patriota fue educada por su padre, el escritor Nicolás Ureña. Y amplió sus conocimientos literarios con la ayuda de su compañero de vida, Francisco Henríquez y Carvajal.

Con el establecimiento en el país de la Escuela Normal de Santo Domingo, por el educador Eugenio María de Hostos, y motivada por su esposo Henríquez y Carvajal, Salomé Ureña funda en octubre de 1881 el Instituto de Señoritas.

Como muestra de su labor literaria y educativa, la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo 2016 será dedicada en su honor.

Instituto de Señoritas

El 3 de noviembre de 1881 marcó un antes y un después en la educación de la mujer dominicana. Ese día la también educadora Salomé Ureña abrió las puertas del primer instituto educativo para señoritas.

Con unas 14 alumnas, el Instituto de Señoritas estuvo ubicado en la calle Isabel la Católica, número 308, lugar donde también residía la fundadora.

De acuerdo al libro “Salomé Ureña y el instituto de señoritas (1960)”, del escritor dominicano Emilio Rodríguez Demorizi, el programa académico estaba integrado por cursos prácticos, como aritmética, geografía, cosmografía y letras. Otras disciplinas impartidas fueron gramática, geometría, historia natural, historia patria, y lo que no podía faltar, la poesía. 

Para el año 1887, la educadora tuvo el placer de ver su trabajo convertido en realidad, puesto que el Instituto de Señoritas invistió las primeras seis maestras del país.

‘‘Hoy te muestro ferviente las almas que mi afán dirigir pudo: yo les di de verdad rica simiente, y razón y deber forman su escudo’’. Estas frases forman parte del poema titulado “Mi ofrenda a la patria”, en el cual la poetisa describe lo que fuera su mayor regalo a la sociedad dominicana.

Luego de graduadas, las señoritas pasaban a formar parte del personal docente del instituto.

La misma obra destaca que debido a los problemas de salud de la poetisa, el Instituto se vio en la necesidad de cerrar sus puertas.

Luisa Ozema Pellerano, quien perteneció a la primera generación de maestras investidas, junto a su hermana Eva Pellerano, fueron las responsables de reabrir el centro para el año 1896.

Una obra de Trujillo

“La edificación actual donde funciona este importante centro fue construida por Rafael Leónidas Trujillo. Él jefe de Estado empezó a levantar este edificio para el año 1940 y lo inau-gura el 16 de agosto de 1942 como Liceo Manuel Rodríguez Objio en tanda nocturna” dice el maestro de educación artística, Andrés Sánchez. 

Aclara que existe “un pequeño error” sobre el Instituto de Señoritas: “Algunos piensan que Salomé trabajó aquí. Ella no pudo haber trabajado en este lugar por la sencilla razón de que murió en el año 1897, y esta parte del edificio se crea en los años 40”.

Sobre la confusión, Sánchez agrega que “fueron alumnas de la ilustre poeta dominicana quienes abrieron un colegio; no aquí en la calle Arzobispo Noel, sino en la 19 de marzo esquina Mercedes, frente a la plaza María Trinidad Sánchez”.

ESTUDIANTES DESTACADOS 

El legado educativo de Salomé Ureña se ha visto reflejado en importantes funcionarias y personalidades del país que pasaron por las aulas del Instituto de Señoritas. Se destacan entre muchas, la primera bailarina y directora de la Escuela de Danza de la Voz Dominicana, doña Josefina Miniño; la ex vicepresidenta de la República, doña Milagros Ortiz Bosch; la pasada ministra de educación, Josefina Pimentel, y la bailarina clásica Míriam Bello.

La educadora y exsecretaria de educación, Ivelisse Prat de Pérez y la reina del merengue Milly Quezada, fueron otras de las grandes mujeres dominicanas que pasaron por esta importante institución de educación femenina.

Alumnos egresados del Centro de Excelencia continúan siendo muy sobresalientes. “Hay muchos que ya están incorporados en algunas orquestas, unos están en producciones cinematográficas y otros en producciones teatrales”, dice con mucho orgullo el maestro Sánchez.

El estudiante Tomy Rosario participó junto a un grupo de casi 50 estudiantes de varios centros educativos con el fin de ganar una beca a España para estudiar Danza, ganando el primer lugar. “Eso es un mérito para el instituto” resalta la maestra Patria de los Santos.

Andrés Sánchez indica que muchos de sus alumnos han presentado trabajos muy sobresalientes.

Destaca a los estudiantes Nicol, Yafreisy, Jossy, Frankelin y William.

“El fruto se está viendo porque no todos los estudiantes tienen el don pero, muchos logran destacarse.

Por lo que entendemos que hemos continuado con el deseo de Salomé Ureña: educar y formar”, manifiestan los profesores.

Los estudiantes dicen sentirse afortunados por estudiar en este centro gracias a las especialidades artísticas que imparten. Como muestra de esto, la alumna Paulina Mora recitó frente a todos sus compañeros el poema de Salomé Ureña “El ave y el nido”.

El coro musical del centro tuvo el honor de presentarse para el encendido del árbol navideño del Ministerio de Cultura. Este coro lo conforman estudiantes de tercero y cuarto.

Una exitosa novela de Jimmys Sierra






Publicación. Portada de "Idolatría", la nueva obra de Jimmy Sierra.



Luis Beiro
Santo Domingo


Tuve la oportunidad de leer el manuscrito de esta novela de Jimmy Sierra.

Su autor tuvo la deferencia de entregármela para su corrección. A decir verdad, la obra estaba casi terminada y poco le pude aportar.

Al devolverle el manuscrito le aseguré que tenía en sus manos un texto de interés que necesitaba un tiempo de descanso antes de una revisión final, pues nadie mejor que su autor para enmendar o corregir su propia obra. Sierra no solo siguió mi recomendación, sino que volvió a confiar en mí. En una segunda lectura descubrí que el texto estaba listo para salir a la luz. 

Con estos datos, el lector podrá descubrir la vocación creativa y seriedad en el manejo de su obra de un hombre que nunca se da por vencido. De un escritor que, con el paso del tiempo, ha alcanzado su madurez profesional y que, en esta ocasión, nos ha legado una obra literaria cuyo disfrute lectivo será agradecido por el lector.

Jimmy Sierra, el literato

No obstante su formación como realizador de historias a partir de imágenes, Jimmy Sierra es primero escritor y cineasta después. Además, esto no es un secreto que ahora se descubre. Él lo sabe y lo asume con responsabilidad. Su cine ha nacido de su literatura, y su manejo de la cámara tiene mucho que ver con la manera en que narra. Esta condición no lo demerita, porque sabe ejercer y fortalecer sus profesiones con experiencia y bondad. 

A Jimmy Sierra la escritura le ha otorgado capacidad reflexiva a partir de uso del idioma, de la palabra cultivada con esmero, de su intensa formación como lector de obras fundamentales de la cultura dominicana y universal, así como del análisis de la realidad y sus vivencias del tiempo que le ha tocado vivir.

Estas virtudes las demuestra en la referida novela cuyo título, por extenso no pierde en lo absoluta el aura enigmática de la religiosidad popular dominicana: “Idolatría, o de cómo y por qué las 13 maldiciones de Papá Liborio transformaron a Gatagás el Divino, también llamado el Octavo Sabio, en el Quinto Evangelista y el Filósofo Motarás, como tributo a Dante Alighieri y a otros autores predilectos, en los mejores días de mi infancia”.

Jimmy Sierra sabe explorar. Como narrador está consciente que su compromiso con el lector es contar una historia de interés, en su caso, vinculando elementos de ficción con las raíces culturales de su pueblo, así como de leyendas y tradiciones ancestrales.

Por eso su prosa fluye como las aguas del Camú en su época de gloria. No estamos en presencia de una narrativa “intelectual”. Sin embargo, la sencillez de su discurso no pierde profundidad. Por el contrario, la importancia de este libro, además de su contenido es cómo el autor ha sabido trasmitir el complejo mundo de las creencias religiosas, su filosofía y vehemencia de la forma más sencilla posible.

Acude a la intertextualidad. Introduce referencias profanas que van desde el “Código de Hammurabi” hasta “La Odisea”, pasando por Walt Withman, Guy de Maupassant y figuras nacionales como Flérida de Nolasco, Pedro Mir y Aquiles Julián. Son decenas de frases, títulos de libros y otras citas referidas a decenas de autores dominicanos y universales que se incorporan, siempre indicando el sitio exacto de su origen. Con ello, Sierra no pretende un preciosismo idiomático, ni un culteranismo trasnochado, sino una manera de rendir tributo a un grupo de textos fundamentales y de autores consagrados a lo largo de la historia de la humanidad; una manera de interpolar coloraciones de magnitudes literarias.

Es por ello que la historia se relata en forma de diálogo donde un narrador omnisciente va contando los acontecimientos a su amigo Teófilo Rodríguez, sin olvidos ni pesares.

Diversas personalidades y mártires dominicanos, junto a personajes de ficción (de todas las calañas), se reconstruyen con profundidad dramática para que el lector explore los vericuetos del alma humana, tanto de “tirios”, como de “troyanos”.

Llama la atención, sin dudas, el personaje de “Gatagás”, el “pastor” de circunstancias que sabe engañar. Con mirada zigzagueante, su palabra puede atrapar los abismos del ser, envolverlos y hacerlos suyos. Sierra se ha esmerado en su construcción simbólica y en su diseño misterioso. Su trabajo en ese sentido hace preguntarnos: ¿Podrá Gatagás romper las arcas? ¿O solo será un amuleto del destino erigido en semidiós?

“Idolatría...” es una novela compleja y ambiciosa en su contenido, escrita con amor y esmero y cuidada en sus detalles. También es coronada por la sencillez del lenguaje de su autor.

No pretende idiolectos ni parrafadas doctas, sino narrar una historia, o mil historias en una. Una mirada profunda a una generación que, desde su adolescencia, quedó marcada -como bien ha escrito Leonte Brea- “por la nostalgia de un tiempo diluido”. Una obra de la que su autor nunca tendrá que arrepentirse.

((Fragmentos

1. Cuéntame, Narcisazo, “de aquel ingenioso y astuto varón que anduvo mucho tiempo errante” por los alrededores de la ciudad de Santo Domingo de Guzmán tras haber destruido los muros de las sagradas creencias, dando como verdades absolutas doctrinas que resultaron ser falsas y ante cuyo poder el mismo cielo vacilaba.

Y permite, oh inmaculado, que se pose en mis labios la mariposa de la elocuencia, en esa aurora de insólita luz, ya que “habiendo muchos tratado de poner en orden esos hechos que entre nosotros han sido ciertísimos, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden”, oh excelentísimo Teófilo Rodríguez, aunque estoy seguro de que, con cada palabra que te escriba, mi vieja herida volverá a sangrar al recordar cómo, en vivo y a todo color, frente a tantos micrófonos y cámaras de televisión, esos miles de devotos, completamente desnudos, miraban al cielo a la espera a la última y suprema señal de Papá Liborio, haciendo caso omiso de los helicópteros que, prestos al ataque, sobrevolaban en círculos.

Ni mucho menos a los grupos de soldados que, con lanzallamas, bayonetas y ametralladoras, amenazaban a todos con una muerte cruel, mientras yo estaba a punto de descubrir los misterios de las naranjas prohibidas, el bachatero de la guitarra y el extraño pescador que pescaba sin pescar.

En verdad, los soldados pretendían quemar viva a toda aquella gente que estaba segura de que las balas se convertirían en gotas de agua fresca, en aquel lugar maldito donde la única cueva de acceso tenía esta inscripción: “Si no tenéis esperanza, no podéis entrar aquí”.

2. Tal vez era el poder de aquel que desafió a los americanos en mil novecientos veintidós y después, en el mayor silencio, luego de beber en la copa del olvido, resurgió con más fuerza en el cuerpo de José Popa, para trasmutarse en dos más tarde, diseminado en la carne y los huesos de los mellizos Ventura, en el pueblo sagrado de Palma Sola.

Y yo, alejado de la multitud, sintiendo que había llegado demasiado lejos en aquella farsa, trataba de escapar al trágico destino, pues sabía que esos fanáticos permanecerían allí inconmovibles hasta que su propio sol se apagase por completo.

De la misma manera que en el inicio de todo esto, Luis Días, a quien llamaban Terror, veía apagarse la verdadera luz de su vida.

-Se está muriendo -me dijo-. Mi niña se está muriendo.

Eran las cuatro de la tarde de aquel 13 de agosto.

-Se muere -repetía insistentemente.

Y parecía verdad. La criatura estaba temblando, sudaba copiosamente y sus ojos entreabiertos dejaban ver apenas un débil reflejo de luz. Tendría unos ocho años y una larga cabellera blanca. Famélica, su cuerpecito enjuto y sus largas manos y pies le colgaban sin vida.

-En la Angelita me la entregaron para que se fuera a morir en la casa...

Estábamos en la sala de redacción del periódico y como había oído sobre mis reportajes acerca de la niñez, pensó que yo podría ayudarle.

-Me temo -me lamenté- que yo no pueda hacer nada.

Y habíamos salido hasta la calle. Arriba, en el cielo, el Sol nos quemaba,

-Entonces -me respondió- me iré a Laguna Cristal. Solo Gatagás puede curarla.