Antonio Maceo Grajales, síntesis sublimada del ideario mambí en el pueblo cubano, se convirtió en centro de admiración personal y artística de varios pintores. Uno de ellos fue Armando García Menocal, (La Habana, 1863–1942), quien conoció al patricio durante la guerra de 1895, a la que el pintor se alistó como soldado el 5 de junio de 1895 en el Departamento Occidental - 5to Cuerpo, del Cuartel General del Cuerpo.[1]
Las particularidades de su reclutamiento lo condujeron a varias regiones militares del país, en las que interactuó con altos dirigentes de la revolución, entre ellos Cisneros Betancourt, Adolfo del Castillo y Máximo Gómez, quienes le propiciaron conocer a otros jefes importantes de la lucha mambisa.
El 18 de septiembre de 1895, en Jimaguayú, los asambleistas emitieron un documento en el cual: En nombre de la República de Cuba por delegación del pueblo cubano en armas La Asamblea Constituyente acordó en esta fecha por aclamación, reconocer en el Ciudadano Mayor General Antonio Maceo la graduación militar que le otorgó en su primera época de revolución la República y conferirle el nombramiento de Lugar - teniente General del Ejército Libertador de Cuba.
Dicho documento por orden de Gómez, fue llevado por una comitiva hasta el campamento de Hato del Medio donde se encontraba el Titán de Bronce y Menocal fue el comisionado que le entregó a Maceo el pergamino. La presencia de uno no pasó desapercibida para el otro, el pintor y el Titán se congratularon, los detalles del mítico encuentro se narran en este escrito, elaborado por la investigadora Loló de la Torriente, a partir de un testimonio que le ofreció el propio artista:
Al entregarle el papel [Maceo] lo miró y bien pronto reconoció al pintor que le dijo señalando una esquina del papel:
—General, ¿qué quiere usted que haga aquí: el escudo de Cuba o su retrato?. Maceo aunque era hombre sencillo, modesto y afable miró al ayudante del general Gómez y habló en voz muy baja:
—¡Mi retrato!
Lo dijo con humildad, como temeroso de que lo oyeran los otros.
Armando Menocal se puso nervioso. No podía echar a perder aquel papel que contenía importantísimo documento, pero tampoco podía decir que no a Antonio Maceo. Lo miró dos, tres veces… Empezó… Pero en cuanto le encajó los ojos se sintió seguro, dueño de la magnífica cabeza. Maceo, satisfecho de la obra le obsequio un caballo.[2]
El retrato de Maceo realizado en esta ocasión por Menocal, consistió en un pequeñísimo dibujo a la pluma, que revela desde el soporte hasta la técnica utilizada, lo fortuito de la circunstancia en que fue ejecutado; sin embargo, dicha circunstancia no afectó el contenido, pues a pesar de la sencillez el dibujo logra transmitir con claridad los rasgos de la fisonomía del general.
El realismo obtenido de su modelo vivo y de la condición de Menocal como pintor de la figura humana —género en el que llegó a ser todo un maestro—, convierten al sui generis retrato, hasta cierto punto improvisado, en un referente por excelencia del rostro de Maceo, válido para conocer y comparar esta imagen con otras del general, debido a que el físico, el pelo, el color de la piel, el carácter, el pensamiento y la cultura de Antonio Maceo han sido siempre de los aspectos más debatidos en su biografía.
Por estas cuestiones Maceo continuamente fue objeto de descripción fíonessica y sicológica por cuantos lo conocieron,pues su fisonomía y proyección sociocultural no se consideraban propios de su condición racial y social, debido a que la generalidad de las estandarizaciones que se divulgaban del héroe negro cubano —tanto en Cuba como en el extranjero— eran distorsionadas. Entre los motivos cuentan que no provenían de los independentistas, cuyas visiones se popularizaron años después, aunque siempre junto a las de ellos persistieron las de los colonizadores.
Conjuntamente a la exquisitez realista y el valor testimonial, dicho retrato inaugura la iconografía pictórica de Maceo. Esta es también la única imagen que representa a Maceo en el curso de una guerra, realizada por un artista que además combatía en las filas de los mambises, pues las imágenes pictóricas de Maceo que se socializaban eran composiciones ajustadas a la ilustración periodística, elaboradas a partir de fotografías tomadas a Maceo durante el periodo de su exilio político, pues en Cuba, anterior a esta etapa, aún no se ha documentado ninguna instantánea.
Fue una suerte que este retrato tuviera como soporte tan valioso documento, así lafeliz coincidencia de arte e historia patria ha contribuido a su preservación, ya que es el único original de los retratos de Maceo pintados por Menocal que se conserva, ya que lo habitual era que él hiciera sus dibujos sobre cualquier trozo suelto de papel y con cualquier lápiz,[3]de acuerdo con las condiciones impuestas por la guerra.
Otra distinción del documento es que a través de él podemos conocer —de su puño y letra— los nombres, algunas de las firmas y cargos de los patriotas que participaron en la Asamblea Constituyente de Jimaguayú. No hay dudas de que el pergamino está lleno de excepcionalidades, razones por las cuales se custodia con orgullo en el Archivo Histórico del Museo Provincial Emilio Bacardí Moreau, en Santiago de Cuba.
*Máster en Ciencias e Investigadora del Centro de Estudios Antonio Maceo Grajales
[1] Carlos Roloff y Mialofsky. Índice Alfabético y Defunciones del Ejército Libertador de Cuba.Guerra de Independencia iniciada el 24 de febrero de 1895 y terminada oficialmente el 24 de Agosto de 1898. La Habana. Imprenta de Rambla y Bouza, 1901, p. 591.
[2] Loló de la Torriente. Estudio de las Artes Plásticas en Cuba. La Habana, s.e., 1954, p. 101.
[3] Ibidem.
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