miércoles, 16 de marzo de 2022

José Miguel Gómez: amores que no maten

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Existen los amores que matan, que son asfixiantes, dependientes

Elegir una pareja probablemente sea el acontecimiento de mayor ejercicio entre el cerebro y la emoción. Utilizar la madurez y la racionalidad para atreverse a confrontar y discriminar entre el placer, la seducción y los indicadores de alta peligrosidad que posee la pareja seleccionada, es una actitud de valiente.

Confrontar los propios sentimientos para ser objetivo, racional, y socialmente empoderado para hablarle al corazón “me gusta, pero no me conviene” es lo que se ha convertido para muchas parejas en una verdadera trampa.

Las personas funcionan y establecen relaciones basadas en “me gusta y me conviene” o “no me gusta, pero me conviene”; Aunque algunas se encuentran ambivalentes entre “ni me gusta, ni me conviene” pero, por miedo a la soledad tengo una pareja. Sin embargo, existen los amores que matan, que son asfixiantes, dependientes, patológicos, traumáticos, tóxicos y sufribles. Esos amores socializan los de personalidad antisocial, los de personalidad límite, los paranoicos, los pasivo-agresivos, los de tendencia impulsiva y controladoras.

Es un amor almacenado en un cerebro que ha experimentado tantas experiencias traumáticas, que termina asociando que amor es igual a dolor, que sufrir y padecer es la forma de existir en el amor.

Los amores que matan se hacen cada vez más obsesivos, más pasionales, más encadenantes y enfermizos, para terminar en relaciones riesgosas.

Literalmente, elegir una pareja se ha convertido en una sabia razón de vida, que pocas personas lo hacen de forma consiente y madura. El amor que no mata, es un amor construido de actitudes emocionales positivas: afecto, compasión, cuidado, buen trato, felicidad, respeto, valorización y admiración a la condición humana.

Ese amor sano, oxigenante y nutriente, se practica en cada circunstancia...


 

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