jueves, 8 de octubre de 2015

El chisme: un producto social


Existen chismosos de profesión, pero también de enfermedad
Escrito por: José Miguel Gómez
Los seres humanos perversos y limitados, producto del desapego, los pobres vínculos y las carencias afectivas, más su limitada socialización desigual tienden a desarrollar estilos de vida descompensados emocionalmente. Las frustraciones, carencias, limitaciones y los prejuicios se van adueñando de ese ser social que, como estilo de preservarse socialmente acude a una de sus crueles armas desadaptadas llamada el acoso moral. El chisme es una conducta, un estilo de vida, que utilizan los resentidos sociales, los temerosos e inseguros, así como los antisociales. Existen chismosos de profesión, pero también de enfermedad; tienen la habilidad, el arte, de saber cuándo actuar, simulan situaciones, hacen teatro, cogen poses y hasta suelen victimizarse para que les crean y les cojan pena.

Esa plaga social tiene la habilidad de irse debajo de la alfombra y estornudar para contaminar el ambiente. Para mal, el chismoso abunda en cualquier parte, no tiene clase social, ni profesión, ni religión, ni sexo; pero el chisme es su arma favorita.

El chismoso divide familias, parejas, amigos; divide grupos, sabe escalar y conseguir sus propósitos, debido a que tiene la inteligencia de saber elaborar un plan, una estrategia que se llama acoso moral. El escritor y poeta francés Víctor Hugo en su obra “Los miserables” explica cómo el chisme, el acoso moral y la perversidad producen en algunas personas el miedo, la inseguridad y el abandono de las luchas sociales.

Las personas inmaduras, de poca estatura moral, utilizan el chisme, consumen el chisme y eructan el chisme. Lo hacen parte de su tejido, lo aprenden desde la A a la Z y lo cultivan como un arte. Para el chismoso o chismosa no hay vacaciones, siempre está activo, no se les escapa una circunstancia, un motivo, un lugar, sabe poner y ajustar los detalles. Su discurso se apoya en actitudes emocionales negativas: frustración, envidia, resentimiento, odio y culpas no resueltas.

La historia nos enseña que el chismoso gana terreno, asciende rápido, pero no se mantiene por mucho tiempo y, menos, logra prestigio, ni realización personal, ni social. Suele quedarse solo, con la conciencia en sobresalto, pierde la referencia social y moral. Hoy sabemos que el chisme es un tipo de maltrato que lo utilizan personas y grupos disociales para hacer daño. A los perversos sociales que utilizan el chisme se les responde trabajando, con sanidad, con ética, con valores, con sentido de utilidad social. Nunca se debe permitir que el chisme, ni los acosadores morales les contaminen, ni le influyan con su estilo de vida.

En toda dinámica social se establecen diferencias, se dan confrontaciones, pero, se deben solucionar con comunicación asertiva, cosa que nunca aprende el chismoso.

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